Icono del sitio Restablecidos

El buen pastor

EL BUEN PASTOR

Cada día debemos reconocer quién es nuestro buen pastor, porque ese buen pastor es quien cuida de nosotros. Sin duda alguna Él nos guarda del mal, nos da la luz en medio de la oscuridad, nos libra de las garras del enemigo y no nos deja caer en un hoyo, porque Él abre nuestros ojos. La figura del pastor era muy conocida en el tiempo bíblico: un guía, un protector, alguien que conocía a cada oveja por su nombre y que velaba por ellas. Así es nuestro Dios, no un patrón distante, sino un pastor cercano y lleno de amor.

Jehová es mi pastor; nada me faltará.

Salmo 23:1

Esta cita bíblica nos da a entender que Dios está siempre a nuestro alrededor, para darnos fuerzas, para defendernos, para sustentarnos, y aún cuando estamos desnudos Él nos cubre con sus alas. Cuando decimos “nada me faltará” no significa que nunca tendremos problemas o necesidades, sino que jamás careceremos de lo esencial: su presencia, su cuidado y su fidelidad. El salmista David comprendía que la verdadera riqueza no estaba en el oro ni en el poder, sino en la seguridad de tener a Jehová como pastor.

El salmista David siempre tenía una palabra alentadora ante su situación. En verdad esta era una fe enorme que tenía este hombre, nunca dudaba en que Dios iba en su socorro. Aunque fue perseguido, traicionado y muchas veces tuvo que huir por su vida, siempre levantaba su voz para declarar: “El Señor es mi refugio, mi roca, mi fortaleza”. La fe de David no se basaba en las circunstancias, sino en la convicción de que Dios es fiel y nunca abandona a sus hijos.

Yo soy el buen pastor;

el buen pastor su vida da por las ovejas.

Juan 10:11

Aquí vemos la declaración que hace Jesús, diciéndonos que Él cuida de todas sus ovejas. Él nos ayuda a seguir hacia adelante para que no nos salgamos del camino que nos lleva a la salvación, porque sin Él no somos nada. Jesús no solo guía como un pastor terrenal, sino que se entrega en sacrificio por su rebaño. La diferencia con cualquier otro líder espiritual es que Cristo dio su propia vida en la cruz para asegurarnos vida eterna. Nadie más ha amado de esa manera.

En verdad no hay duda que Él da su vida por sus ovejas, porque así fue como pasó: dio su vida por nosotros en la cruz del Calvario. Fue maltratado, humillado, golpeado en gran manera para que por medio de Él podamos obtener la salvación de nuestras almas. Cada herida, cada lágrima y cada clavo fueron parte del precio de nuestro rescate. El buen pastor no solo nos protege de peligros temporales, sino que nos libró del mayor peligro: la condenación eterna.

Mas el asalariado, y que no es el pastor,

de quien no son propias las ovejas,

ve venir al lobo y deja las ovejas y huye,

y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa.

Juan 10:12

Solo Él es quien tiene cuidado de sus ovejas. Antes del Señor partir de la tierra hacia su trono, dijo: «No los dejaré solos, sino que dejaré con ustedes al Consolador, al Espíritu Santo, el cual estará con ustedes en todo momento.» Este es nuestro buen pastor que aún yéndose no nos dejó abandonados. Si nos hubiese dejado solos, vendrían los lobos y dispersarían las ovejas, pero Cristo proveyó al Espíritu Santo para guiarnos, consolarnos y fortalecernos en cada paso del camino.

Así que el asalariado huye,

porque es asalariado, y no le importan las ovejas.

Juan 10:13

Esto es muy cierto en realidad. El pastor asalariado no puede entregarse para salvar la vida de las ovejas, porque su interés no es el rebaño sino su propia seguridad. Mejor escapa por su vida. Pero nuestro Señor amado y Todopoderoso es nuestro buen pastor, Él no huye para dejarnos solos, sino que hace como dice la segunda parte de Juan 10:11: «el buen pastor su vida da por las ovejas.» Jesús no nos deja huérfanos ni indefensos, Él permanece con nosotros todos los días hasta el fin del mundo.

No nos olvidemos que el Buen Pastor estará siempre en frente de nuestros caminos. Él es Dios, creamos en Él, porque si dio su vida por nosotros, también nos podrá cuidar. Su amor no cambia, su fidelidad no disminuye, su poder no se debilita. Aunque enfrentemos lobos, valles oscuros o peligros imprevistos, podemos descansar seguros: el Señor es nuestro Pastor, y nada nos faltará. Que cada día recordemos su voz, lo sigamos de cerca y vivamos confiados bajo su cuidado eterno.

No es con ejército ni con fuerza
Guarda tu corazón
Salir de la versión móvil