Busqué a Jehová, y Él me oyó

Buscar a Dios es una de las decisiones más sabias y transformadoras que puede tomar una persona. No se trata de una práctica religiosa más, sino de un acto profundo de fe y entrega en el cual reconocemos nuestra necesidad de depender de Él en cada aspecto de nuestra vida. Desde los tiempos antiguos, las Escrituras nos recuerdan que acercarnos al Señor produce cambios reales, porque nadie que le busque sinceramente se queda igual.

Es muy notable cuando buscamos a Dios, porque todo aquel que busca al Señor le encuentra, pero si no le buscas no le encontrarás. Dios siempre está a nuestro alrededor esperando a que nosotros nos humillemos ante Él con todo el corazón.

Cuando decidimos buscar a Dios, nuestras vidas cambian, ya no somos los mismos que éramos antes, y esto debido a que Dios entró a nuestros corazones y los transformó. Él nos hizo ver que podíamos ser diferentes. Cuando alguien tiene un encuentro verdadero con el Creador, su forma de pensar y de vivir ya no gira alrededor de sus propios deseos, sino que comienza a caminar en una nueva dirección llena de esperanza y de propósito.

Sin Dios nada somos, si no le buscamos, el enemigo siempre buscará la forma de atemorizarnos, y nos mantendrá así todo el tiempo, porque hemos desconfiado de Dios, porque nos hemos alejado de aquel que nos podría ayudar a vencer todos obstáculo que está a nuestro frente. Esta es la razón por la cual el cristiano debe mantenerse en oración constante, para no dejar espacio a la duda ni al temor.

Los que miraron a él fueron alumbrados,
Y sus rostros no fueron avergonzados.
Salmos 34:5

Al fijar nuestra mirada en Dios, nuestra vida se ilumina. La oscuridad del pecado y la angustia no tienen la última palabra porque el Señor se convierte en nuestra luz. Así como el sol ilumina el día y ahuyenta las tinieblas, la presencia de Dios transforma nuestra vida y nos llena de esperanza. El salmista asegura que aquellos que confían en el Señor no serán avergonzados, porque Dios honra la fe sincera de quienes se acercan a Él.

Algo muy importante y que debemos tomar en cuenta es, que siempre debemos mirar a Dios en las dificultades, en los momentos de batalla, y hasta en los momentos buenos, porque Dios no nos deja en ningunos momentos de estos, sino que nos ayuda y nos da las fuerzas para que podamos continuar. El error de muchos es acudir a Dios solo en la crisis, olvidando que en los tiempos de abundancia también debemos rendirle gratitud.

Este pobre clamó, y le oyó Jehová,
Y lo libró de todas sus angustias.
Salmos 34:6

La oración sincera siempre tiene respuesta delante de Dios. El salmista nos recuerda que aquel que clama no queda sin respuesta. No importa la condición económica, social o espiritual en la que te encuentres, el Señor se inclina a escuchar la oración del humilde y lo libra de su aflicción. Aquí vemos el corazón paternal de Dios, que nunca rechaza a sus hijos, sino que los recibe con amor y los libra de sus angustias.

Es importante que clamemos a Dios, que le busquemos con todos nuestros corazones, porque el Señor no rechaza las oraciones de sus hijos, sino que los escucha y los libra de sus angustias y su camino será alumbrado todo el tiempo. Confía en el Señor, clama a Él, y no serás avergonzado. El buscar a Dios no es una pérdida de tiempo, es la mejor inversión que podemos hacer en nuestra vida porque en Él está la verdadera paz.

Conclusión: Buscar a Dios es la clave para vivir una vida plena y victoriosa. Él está siempre dispuesto a escucharnos, a librarnos de nuestros temores y a darnos nuevas fuerzas para seguir adelante. No dejemos que el enemigo nos distraiga o nos aparte de esta verdad. Levantemos nuestra mirada al Señor, confiemos en sus promesas y vivamos con la seguridad de que quien le busca de corazón, siempre le encontrará.

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