La vida cristiana está llena de momentos de lágrimas y de gozo. Muchas veces pasamos por procesos que parecen interminables, por pruebas que nos hacen derramar lágrimas en lo secreto, pero la Palabra de Dios nos asegura que nada de lo que sembremos con fe y en obediencia será en vano. El Señor tiene preparado para sus hijos un final glorioso, un tiempo de regocijo y abundancia que llega después del dolor. El Salmo 126 nos recuerda precisamente eso: que aun cuando sembremos con lágrimas, llegará el día de la cosecha llena de gozo, porque Dios siempre cumple lo que promete.
5 Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán.
6 Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; Mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas.
Salmos 126: 5-6
El salmo 126 solo consta de 6 versículos, pero ellos son suficientes para darnos cuenta del gran gozo que sentía el pueblo de Israel por haber disfrutado de las promesas de Dios cumplidas en ellos. Y es que nosotros, debemos gozarnos en las promesas que Dios nos ha hecho a través de su Palabra, y esto debe ser motivo de alegría constante. Amados hermanos, aún en la lucha más abrumadora debemos regocijarnos en Dios y cantar cánticos que glorifiquen su santísimo nombre.
Muchos estudiosos de las Escrituras sitúan este cántico gradual en dos posibles escenarios:
1- El retorno del exilio de Esdras y Nehemías
2- El retorno de David a su reinado luego del trobo haber sido usurpado por su hijo Absalón.
Independientemente de cuál haya sido el escenario de este glorioso cántico, debemos comprender la intensidad de los cautiverios por las que pasó el pueblo de Israel, y estos versos expresan gran gozo dando un toque de esperanza para aquellos quienes han esperado firmemente en Dios.
Amigos, no importa las lágrimas que hayamos derramado, el dolor, el desencanto, el proceso en el que Dios ha permitido que estés, solo debemos creer firmemente que aquellos quienes siembran con lágrimas, un día cosecharán con regocijo.
Estemos firmes, que un día aquellos quienes lloran, Dios enjugará sus lágrimas.
Este pasaje no solo fue un canto para Israel, también es un mensaje profético para nosotros hoy. La siembra con lágrimas representa todos esos momentos de obediencia en medio del dolor: cuando seguimos confiando en Dios a pesar de la adversidad, cuando servimos al Señor aun con el corazón quebrantado, cuando damos aunque sintamos escasez. Todo eso es semilla que en su tiempo producirá fruto abundante. El gozo de la cosecha siempre será mayor que el dolor de la siembra, porque el Señor recompensa la fidelidad de sus hijos.
Así como Israel celebró el cumplimiento de las promesas de Dios después de años de cautiverio, nosotros también celebraremos la victoria en nuestras vidas. No debemos olvidar que la fidelidad de Dios es eterna, que Él no abandona a los que confían en su nombre. Cuando ponemos nuestras lágrimas en sus manos, Él las convierte en testimonio, en alegría y en bendición para muchos.
Este Salmo también nos invita a vivir con esperanza. La esperanza cristiana no es un simple deseo de que las cosas mejoren, es la certeza de que Dios hará conforme a su voluntad y que su voluntad es buena, agradable y perfecta. Quien hoy está sembrando con lágrimas, puede estar seguro de que el mismo Dios que permitió el proceso, será el mismo que traerá el gozo de la cosecha. Por eso, mientras caminamos en este mundo lleno de dificultades, sigamos confiando en que un día todo dolor será transformado en alegría.
Que este mensaje nos impulse a no desmayar en medio de las pruebas, a seguir sembrando obediencia, fe y confianza en el Señor, porque cada lágrima que derramamos en su presencia tiene un propósito eterno. El gozo viene en la mañana, y nuestra cosecha en Cristo será abundante y llena de regocijo.