Jesús, la resurrección y la vida

La resurrección de Cristo es uno de los acontecimientos más trascendentales de toda la historia de la humanidad. Sin embargo, muchos en su tiempo no creyeron en las palabras del Señor, a pesar de que Él mismo les anunció con claridad lo que habría de suceder al tercer día después de su muerte. La incredulidad fue tan grande, que aunque escuchaban, no lograban comprender lo que Jesús les decía. Hoy en día ocurre algo muy parecido, y en algunos casos incluso peor, pues las personas siguen dudando del poder de Dios y solo se acercan a Él en medio de la necesidad.

Muchos no creían cuando Jesús les decía que resucitaría al tercer día, pero se asombraban cuando escuchaban a Jesús hablar de este acontecimiento, dudaban de Él, no creían.

Lo mismo pasa en este tiempo y quizás peor, las personas solo buscan a Jesús cuando tienen algún problema, y después que Dios le ayuda con su problema, se vuelven a lo que eran antes.

Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida;
el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
Juan 11:25

Este pueblo con el cual Jesús trabajaba día tras día, no creía que Él podía levantar a los muertos, aun ellos viendo las señales y los milagros que hacía delante de sus ojos. Leyendo los evangelios nos encontraremos con varios milagros que Jesús realizó durante su ministerio en aquellas ciudades. Cada obra era una confirmación de su autoridad divina, pero aun así había corazones endurecidos que se negaban a creer.

Pero lo que aquellas personas no sabían era que Jesús les estaba hablando de una resurrección eterna, la cual la recibirían los que creyeran en Él, como dice el siguiente verso bíblico: el que creyere en Él, aunque esté muerto vivirá. Esta verdad no se limitaba únicamente a un milagro físico en la tierra, sino que apuntaba a la vida eterna que Dios ofrece a través de Cristo.

Y todo aquel que vive y cree en mí,
no morirá eternamente. ¿Crees esto?
Juan 11:26

Esto es una gran verdad, Él es la vida, solo en Él debemos creer, porque no hay otro en el cual podamos ser levantados. Es por esto que debemos confiar plenamente en Jesús: Él es la vida, y aunque la muerte terrenal llegue, no será el final, porque Dios nos levantará en el día de su venida. Esta es una de las promesas más gloriosas del evangelio y debe ser nuestro fundamento de fe.

En la actualidad, muchas personas tienen temor de la muerte, pero cuando comprendemos que Jesús es la resurrección, ese miedo desaparece. La esperanza de la vida eterna nos llena de paz, porque sabemos que más allá de esta vida hay un encuentro seguro con nuestro Señor. Creer en Cristo no es simplemente aceptar una religión, sino tener la certeza de que nuestras almas están aseguradas en sus manos.

Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo,
el Hijo de Dios, que has venido al mundo.
Juan 11:27

Este es Jesús al cual debemos creer todo el tiempo, así como lo afirmó una de sus discípulas, Marta, reconociendo que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios que vino al mundo para dar salvación. Esta confesión de fe es la que todo creyente debe hacer con convicción y firmeza. No se trata de una creencia superficial, sino de una entrega total a quien tiene el poder de darnos vida eterna.

Recordemos que la resurrección de Cristo no es solo un evento histórico, sino una verdad presente que transforma nuestras vidas. El mismo poder que levantó a Jesús de entre los muertos es el que obra en nosotros para levantarnos del pecado, darnos nueva vida y asegurarnos una eternidad con Él. Creer en esta promesa nos llena de esperanza en medio de un mundo lleno de incertidumbres.

En conclusión, creer en Jesús como la resurrección y la vida es la clave para vivir sin temor. Él nos ofrece salvación, perdón y vida eterna. Así como Marta lo confesó, hoy también podemos decir con fe: «Sí, Señor, yo he creído que tú eres el Cristo». Que nuestra confianza no esté en lo pasajero de esta tierra, sino en Aquel que venció la muerte y nos garantiza una victoria eterna.

Pide y recibirás
El Señor está conmigo como poderoso gigante