Tierra heredada para el que espera en el Señor

Es bueno esperar en el Señor, porque cuando esperamos en Él, recibimos lo que Él nos ha prometido. Dios cumple lo que promete por encima de todo lo que se ponga por delante de nosotros.

Cuando Dios sacó al pueblo de Israel de Egipto le dijo que le llevaría a una tierra que fluía leche y miel, y así como lo dijo, lo hizo cumplió y entregó lo prometido, porque Dios no miente, Él es fiel todo lo que dice.

Guarda silencio ante Jehová, y espera en él.
No te alteres con motivo del que prospera en su camino,
Por el hombre que hace maldades.

Salmos 37:7

A veces muchas personas todo lo que consiguen es porque ha llegado mal habido, unos han robado, otros matan para tener beneficios de ese hecho, también hacen negocios sucios los cuales consiguen mucho dinero a través de ese negocio.

Por esta razón debemos hacer silencio ante el Señor, esperando en Él todo el tiempo, no teniendo envidia de aquellos que para conseguir ser ricos matan y roban, por eso debemos esperar en el Señor.

No tengamos envidia, no miremos a los que prosperan haciendo maldad con los demás, porque no es agradable delante Dios, solo espera en el Señor como dice su palabra.

Deja la ira, y desecha el enojo;
No te excites en manera alguna a hacer lo malo.

Salmos 37:8

No debemos tener ira, porque la ira nos puede hacer pecar delante de Dios, desechemos todo lo que nos puede hacer pecar delante de Dios, mejor pensemos en lo que Dios nos ha prometido.

Porque los malignos serán destruidos,
Pero los que esperan en Jehová, ellos heredarán la tierra.

Salmos 37:9

No desmayemos porque si Dios prometió Él cumplirá no en nuestro tiempo, sino en el tiempo que Él determinó para cada uno de nosotros. Creamos en sus promesas que son verdaderas y que nunca llegan tarde, porque Él conoce todas las cosas.

Esperar en Dios es un ejercicio de fe y de paciencia. Muchas veces nuestra naturaleza humana quiere que las cosas ocurran inmediatamente, sin embargo, el plan de Dios es perfecto y cada proceso tiene un propósito. Así como un agricultor siembra y debe esperar pacientemente a que la semilla germine y produzca fruto, nosotros también debemos confiar en que la semilla de la promesa de Dios dará su fruto en el tiempo correcto.

Cuando vemos a otros prosperar rápidamente por medios incorrectos, podemos sentir desánimo o incluso enojo, pero la Biblia nos recuerda que esa prosperidad es pasajera. El éxito que viene de la maldad no permanece, mientras que la bendición de Dios enriquece y no añade tristeza. Por eso, en lugar de enfocarnos en lo que otros hacen, debemos mantener nuestros ojos puestos en el Señor y descansar en su fidelidad.

La espera en Dios también fortalece nuestro carácter. Cada momento de prueba y cada aparente retraso es una oportunidad para crecer en madurez espiritual. Al confiar en Dios, aprendemos a depender de Él y no de nuestras propias fuerzas. Este proceso nos enseña a valorar más lo que recibimos, porque sabemos que viene directamente de la mano de nuestro Padre Celestial.

Otro aspecto importante de esperar en el Señor es que nos libra de actuar precipitadamente. La desesperación lleva a muchas personas a tomar decisiones equivocadas que traen consecuencias dolorosas. Cuando esperamos en Dios, aprendemos a guardar silencio, a meditar en su Palabra y a actuar con sabiduría, sabiendo que todo lo que Él permite tiene un propósito mayor que quizás no entendamos al momento.

La promesa de que «los que esperan en Jehová heredarán la tierra» es un recordatorio de que la verdadera recompensa no está en lo inmediato ni en lo material, sino en la herencia eterna que Dios ha preparado para los que confían en Él. Esta esperanza debe sostenernos en medio de las dificultades, sabiendo que nuestra vida está asegurada en Cristo y que ninguna promesa suya quedará incumplida.

En conclusión, esperar en Dios no es perder el tiempo, es invertir en la confianza de que lo mejor está por venir. Aunque el camino pueda parecer largo y lleno de obstáculos, Dios nunca llega tarde. Él es fiel y justo para cumplir lo que ha prometido. Por eso, no mires con envidia a quienes prosperan en la maldad, ni dejes que la ira o el enojo controlen tu corazón, más bien descansa en las promesas del Señor y confía en que su voluntad es buena, agradable y perfecta.

El Señor está conmigo como poderoso gigante
Dios te librará