Nunca digas que Dios no escucha tu clamor, que Dios no está pendiente de ti, porque no es así. Él ve todo lo que está en este mundo, en la tierra, debajo de la tierra, hasta en lo más profundo, donde el hombre todavía no ha podido llegar.
Dios conoce todo. Si el hombre no ha podido llegar, Dios sí, porque todas las cosas fueran hechas por Él, y Él sabe dónde están, solo Él. Nuestro corazón no se puede turbar, porque el Señor está con nosotros todo el tiempo.
Mas yo, como si fuera sordo, no oigo;
Y soy como mudo que no abre la boca.Salmos 38:13
En ciertos momentos somos muy ignorantes cuando Dios quiere tratar con nosotros, pero recordemos que sus palabras son muy claras, que su voz es su palabra, Él nos habla a través de ella.
Hay momentos que nos sentamos en un lugar y nos preguntamos, ¿por qué Dios no me habla? ¿por qué no puedo escuchar su voz?. No escuchamos su voz porque no prestamos atención a esa hermosa voz, a esa dulce voz que al instante nos puede transformar.
Soy, pues, como un hombre que no oye,
Y en cuya boca no hay reprensiones.Salmos 38:14
Estas palabras mencionadas por el salmista David, era porque estaba pasando un momento difícil, pero, aunque estaba afligido, él no retrocedía, sino que seguía hacia adelante esperando escuchar la voz de Dios la cual era de aliento a su alma.
Muchas personas piensan que Dios les hablará cuando ellos quieran, no cuando Dios lo decida, pero no es así, sino cuando Dios crea que sea su voluntad divina.
Porque en ti, oh Jehová, he esperado;
Tú responderás, Jehová Dios mío.Salmos 38:15
Es bueno que no desesperemos cuando oramos a Dios por una respuesta, sino que digamos a la vez «que se haga su voluntad», como el salmista David que decía «he esperado, Tú responderás, Dios mío.»
La Biblia nos enseña que Dios es un Padre atento, lleno de amor y misericordia. Su silencio nunca significa ausencia, al contrario, muchas veces Él está obrando en secreto, preparando algo mejor de lo que pedimos o imaginamos. Su silencio puede ser un proceso de formación en nuestra fe, para que aprendamos a depender totalmente de Él y no de nuestras propias fuerzas.
Cuando pensamos que Dios no nos escucha, debemos recordar que nuestra relación con Él no se trata de emociones pasajeras, sino de una fe sólida. La fe nos asegura que aunque no veamos ni escuchemos de inmediato, Dios está trabajando en nuestro favor. En esos momentos debemos persistir en la oración y en la lectura de su Palabra, porque allí encontramos consuelo y dirección.
Muchas veces la respuesta de Dios no será un «sí» inmediato, a veces puede ser un «espera» o incluso un «no», porque Él sabe lo que es realmente conveniente para nosotros. Nuestra tarea como hijos es confiar en que su voluntad siempre será buena, agradable y perfecta, aunque no la entendamos en el momento.
El ejemplo de David es una muestra de perseverancia. Aunque se sintiera como alguien que no podía hablar o escuchar, nunca dejó de acudir a la presencia de Dios. Él sabía que solo en el Señor estaba su salvación y su esperanza. Así también debemos aprender a esperar con paciencia, sabiendo que el tiempo de Dios es diferente al nuestro, pero siempre llega en el momento oportuno.
Hoy en día, vivimos en una sociedad que quiere todo de manera instantánea, pero el trato de Dios es distinto. Él moldea nuestro carácter en la espera, fortalece nuestra fe y nos enseña a reconocer su voz en medio del ruido del mundo. Cuando aprendemos a esperar en Dios, desarrollamos una confianza que nos sostiene en cualquier circunstancia.
Así que nunca pienses que tu oración es inútil o que tu clamor se pierde en el vacío. Cada palabra que elevas a Dios es escuchada, y aunque la respuesta tarde, Él jamás olvida a sus hijos. Su tiempo es perfecto y su respuesta llegará de acuerdo con su plan soberano. Mientras tanto, mantén tu corazón firme en la fe y descansa en la promesa de que Él nunca te dejará ni te desamparará.
Conclusión: Dios siempre escucha, aun cuando guardemos silencio o pensemos que no está. Su respuesta puede parecer tardía, pero es exacta y perfecta. No te desanimes, confía en que el Señor responderá en su tiempo, porque Él es fiel y nunca falla. Aprende a esperar como David, con la seguridad de que en su voluntad está nuestra mayor bendición.