El poder de la fe

Tener fe es algo verdaderamente muy bueno e importante en cada una de nuestras vidas, primero porque nos hace confiar en Dios, y luego porque esa fe en el Señor nos permite conocer la voluntad de Dios en nosotros.

Desde tiempos antiguos la fe ha sido la base de la relación entre Dios y el ser humano. No se trata de un simple sentimiento pasajero, sino de una convicción profunda que nos impulsa a caminar aunque no veamos el camino claro. Creer en las promesas divinas nos da la fuerza para seguir adelante aun en medio de la incertidumbre. Tener fe es aceptar que hay un Dios soberano que tiene control absoluto de todo lo que nos sucede, y confiar en que sus planes siempre son mejores que los nuestros.

A veces nos encontramos con personas que se les hace difícil tener fe, y esto los pone cada día a dudar de lo que el Señor puede hacer en cada una de sus vidas, por eso es bueno que cada día le pidamos a Dios que nos ayude a tener fe.

Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera,

la convicción de lo que no se ve.

Hebreos 11:1

Esta es la fe, que creamos, aunque no veamos nada, que si pedimos algo, lo esperemos. Dios no miente, Él cumple todo lo que promete, Él es fiel para con todos nosotros sus hijos. La fe no se limita a esperar resultados inmediatos, sino a confiar en que el Señor tiene un tiempo perfecto para cada respuesta. Muchas veces la desesperación y la impaciencia nos hacen flaquear, pero ahí es cuando debemos recordar que la verdadera fe permanece firme aun cuando no haya señales visibles.

La fe como decía anteriormente es la que nos ayudará a entender las cosas de Dios, a veces le pedimos algo al Señor y no lo recibimos, porque le pedimos dándole órdenes a Dios, esto no debemos hacerlo así, solo debemos pedir y esperar en Él. La oración de fe no busca imponer la voluntad del hombre sobre la de Dios, sino alinearse con la voluntad divina, confiando en que lo que Él decida siempre será lo mejor para nosotros.

Muchos de aquellos valientes hombres de la antigüedad confiaron en Dios, su fe era tan grande que pedían y conforme a la voluntad divina de Dios recibían y eran librados. Por ejemplo, está Daniel que fue echado en el foso de los leones y fue librado por Dios debido a la enorme fe de este hombre. La historia de Daniel nos recuerda que la fe nos guarda en los momentos más difíciles, cuando parece que todo está perdido.

Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos.

Hebreos 11:2

También encontramos a José el soñador el cual también tuvo una fe increíble, este hombre fue vendido por sus hermanos y a la vez fue echado en un foso. Sin embargo, nunca dejó de confiar en el Señor, y con el paso del tiempo Dios lo levantó y lo colocó como gobernador de Egipto. La fe de José le permitió ver más allá de sus sufrimientos y confiar en que los sueños que Dios le había dado se cumplirían, aun cuando las circunstancias parecían contrarias.

Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios,

de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.

Hebreos 11:3

Todo fue creado de lo que no se ve, así que es bueno que tengamos fe y que confiemos plenamente en Dios y le pidamos a Él, porque si no tenemos fe ¿cómo vamos a recibir de Dios? La fe no solo es necesaria para recibir bendiciones, sino también para mantenernos firmes en medio de las pruebas. Sin fe, la vida se vuelve un camino incierto y lleno de temores; con fe, en cambio, entendemos que no caminamos solos, sino que el Señor está con nosotros en cada paso.

Por eso debemos ejercitar nuestra fe cada día, como un músculo que se fortalece con la práctica. La lectura de la Palabra, la oración constante y la obediencia a los mandamientos son herramientas que nos ayudan a crecer en fe. Cada testimonio de victoria que vemos en la Biblia y en nuestras vidas nos motiva a seguir creyendo, porque sabemos que el mismo Dios que estuvo con Abraham, Moisés, José y Daniel, también está con nosotros hoy.

Conclusión: La fe es el motor que nos impulsa a creer en lo imposible y a esperar con paciencia en las promesas de Dios. Sin ella, es imposible agradar al Señor, pero con ella alcanzamos sus bendiciones y vivimos una vida llena de esperanza. Aunque no veamos el resultado inmediato, confiemos siempre en que Dios tiene lo mejor preparado para quienes le aman y esperan en Él. Así, nuestra fe será un testimonio vivo de la grandeza y fidelidad de nuestro Padre celestial.

Dios te ama
El Señor te guardará del mal