El Señor pelea por ti

Confiar en Dios no es una opción, sino una necesidad vital para cada creyente. En medio de las dificultades y de los desafíos que la vida presenta, debemos tener presente que la seguridad de nuestra alma está únicamente en las manos del Señor. Él es nuestro refugio y fortaleza, y por eso no hay razón para temer ni para retroceder. Cuando depositamos toda nuestra confianza en Dios, aun en los momentos más oscuros, descubrimos que Él nunca falla y siempre está presente para sostenernos.

Toda nuestra confianza debe ser depositada en las manos de Dios sin temor a nada porque Dios está con nosotros, es bueno confiar en Dios todo el tiempo. Ni camino de oscuridad ni temor nos harán retroceder porque en el Señor estamos más que seguros.

El pueblo de Israel desobedecía a Dios, y por esta razón el Señor permitía que fueran atacados por los demás pueblos, pero el pueblo cuando veía que Dios no estaba con ellos se humillaban ante el Señor para pedir misericordia, pero algo pasaba y era que Dios no los dejaba morir, Él estaba en socorro de su pueblo.

y les dirá: Oye, Israel,
vosotros os juntáis hoy en batalla contra vuestros enemigos;
no desmaye vuestro corazón,
no temáis, ni os azoréis,
ni tampoco os desalentéis delante de ellos;
Deuteronomio 20:3

Los errores que el pueblo de Israel cometía le servían de mucho, porque así ellos veían que Dios les castigaba, esto era para que obedecieran al llamado de Dios porque Él lo sabe todo, Él sabe a dónde podemos ir, Él sabe dónde está el peligro.

Este pasaje nos recuerda que aun cuando el pueblo fallaba, Dios siempre les hablaba para que no perdieran la esperanza. La instrucción era clara: no temer, no desmayar y no dejarse intimidar por los enemigos, porque la verdadera fuerza no estaba en sus armas, sino en el respaldo divino. Esta enseñanza es válida también para nosotros hoy, pues enfrentamos batallas diferentes: preocupaciones, enfermedades, problemas familiares o dificultades económicas. En cada una de estas luchas, Dios nos llama a mantener la fe en lugar del miedo.

Cuando el pueblo de Israel miraba atrás y recordaba cómo Dios los había librado de Egipto, cómo había abierto el Mar Rojo y cómo había suplido su alimento en el desierto, podían confirmar que la presencia de Dios era real y constante. Sin embargo, muchas veces caían en la duda, olvidando los milagros recientes. Esto también refleja nuestra condición humana, pues aunque vemos la mano de Dios en nuestra vida, tendemos a olvidar lo que Él ya hizo por nosotros.

Dios hablaba al pueblo para que no desmayare ni tuviere temor cuando estuviese delante de sus enemigos, porque Él estaba con ellos para ayudarlos a vencer.

El pueblo de Israel dudaba del Señor a pesar de las maravillas que Dios hacía delante de sus ojos.

porque Jehová vuestro Dios va con vosotros,
para pelear por vosotros contra vuestros enemigos,
para salvaros.
Deuteronomio 20:4

Es bueno que cada día confiemos en Dios, creamos en Él, porque Él es quien nos libra de nuestros enemigos, nos da la victoria, Él no se aparta de nosotros, Él es nuestro ayudador.

Confiar en Dios nos permite vivir en paz aun en medio de las tormentas. Cuando reconocemos que Él pelea por nosotros, entendemos que nuestras fuerzas limitadas no son suficientes, pero que con Su respaldo siempre saldremos adelante. Esta promesa nos invita a dejar el temor y a caminar con seguridad, sabiendo que no estamos solos. Dios no solo pelea por su pueblo, también lo guarda, lo sostiene y lo salva de caer.

Hoy más que nunca debemos apropiarnos de esta verdad. El mundo actual está lleno de incertidumbres, pero los hijos de Dios pueden descansar en la seguridad de que el Señor sigue siendo el mismo. Él sigue peleando por nosotros, sigue dándonos la victoria y sigue acompañándonos en cada paso de nuestro caminar. Cada batalla que enfrentamos debe ser una oportunidad para afirmar nuestra fe, no para debilitarla.

Conclusión: La historia del pueblo de Israel nos enseña que Dios nunca abandona a los suyos, aunque pasen por momentos difíciles. De igual manera, hoy podemos vivir confiados en que el Señor pelea nuestras batallas y nos libra de todo mal. No importa qué adversidad enfrentemos, el mandato sigue siendo el mismo: no temer, no desmayar, porque Dios está con nosotros. Confiemos en Él, depositando toda nuestra esperanza en Sus manos poderosas, pues solo en Él hay verdadera seguridad y victoria.

El Señor te guardará del mal
El Señor escucha tu clamor