El Señor ha consolado a su pueblo

Muchas veces el pueblo de Israel desobedeció a Dios, olvidando sus leyes y sus mandamientos, yéndose detrás de otros «dioses» y dejando atrás todas las maravillas que Dios había hecho por ellos. A pesar de su rebeldía, Dios nunca los olvidó, siempre los llamó al arrepentimiento y buscó traerlos de regreso a sus caminos. Lo mismo sucede con nosotros hoy en día: Dios sigue extendiendo su mano de amor, deseando que procedamos al arrepentimiento que es en Cristo Jesús nuestro amado Señor. Él no quiere que nadie se pierda, sino que todos tengan vida eterna.

La Biblia nos dice:

7 ¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas,
del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, del que publica salvación,
del que dice a Sion: ¡Tu Dios reina!

8 ¡Voz de tus atalayas! Alzarán la voz, juntamente darán voces de júbilo;
porque ojo a ojo verán que Jehová vuelve a traer a Sion.

9 Cantad alabanzas, alegraos juntamente, soledades de Jerusalén;
porque Jehová ha consolado a su pueblo, a Jerusalén ha redimido.

Isaías 52:7-9

Las palabras del profeta Isaías no siempre fueron de reprensión o juicio, también incluyeron mensajes de esperanza y consuelo para el pueblo. Dios, como Padre amoroso, corrige a sus hijos cuando se desvían, pero también los alienta a seguir adelante recordándoles sus promesas. En los momentos más oscuros, cuando el pueblo estaba en cautiverio y se sentía abandonado, estas palabras representaban un rayo de esperanza, un recordatorio de que Dios todavía tenía un plan de restauración.

El Señor les anunciaba que vendría un tiempo de redención, que los esparcidos serían reunidos, y que Jerusalén volvería a ser consolada. Estas eran las verdaderas «buenas nuevas»: la certeza de que Dios reina, que no ha olvidado a su pueblo y que su misericordia es más grande que cualquier pecado cometido.

Nosotros también podemos identificarnos con esta historia, porque muchas veces atravesamos cautiverios espirituales o desiertos donde sentimos que Dios guarda silencio. En esos momentos de prueba creemos que hemos sido abandonados, pero en realidad es allí donde más debemos recordar las promesas de Dios. Así como Israel fue consolado en medio de su aflicción, también nosotros podemos encontrar fortaleza en las Escrituras y en la obra redentora de Cristo.

El anuncio del profeta Isaías se convierte en una invitación para nosotros: a anunciar la paz, a proclamar salvación, y a declarar con firmeza que nuestro Dios reina. Hoy la iglesia es llamada a ser voz de esperanza en medio de un mundo en crisis, a levantar el nombre de Cristo y a recordar a todos que Él sigue siendo el Rey de reyes y Señor de señores. Nuestro testimonio debe ser como esos pies que traen buenas noticias, caminando con fe y llevando luz en medio de la oscuridad.

Debemos alegrarnos en Dios aun en medio de la dificultad, porque sabemos que sus promesas son verdaderas y que nunca llegan tarde. El mismo Dios que sacó a Israel del cautiverio es el que nos da libertad en Cristo. Él ha prometido estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo, y esa promesa es suficiente para darnos paz en medio de la tormenta.

Queridos hermanos, no olvidemos que el Señor sigue siendo nuestro consolador, nuestro redentor y nuestro refugio. Que cada día podamos levantar cánticos de alabanza y gratitud, confiando en que Dios cumplirá lo que ha prometido. Aunque muchas veces no entendamos sus planes, sabemos que Él es fiel y que obrará para bien en nuestras vidas.

Que el Señor nos ayude a cantar siempre gozosos delante de Él, a vivir confiados en su gracia y a proclamar sus buenas nuevas en todo lugar. ¡El Santo de Israel está con nosotros, y por eso tenemos esperanza!

He derramado mi alma delante del Señor
Para Dios todo es posible