La amistad del mundo es enemistad contra Dios

Cada día debemos recordar que a Dios para nada le agrada que el hombre tenga amistad con el mundo, porque la amistad con el mundo es enemistad contra Dios. El Señor no se complace en que sus hijos vivan con un pie en su presencia y otro en los placeres pasajeros del mundo. La Escritura es clara: no podemos servir a dos señores, porque amar al mundo es declararse enemigo de Dios. Por tanto, debemos vivir separados para Él, entendiendo que nuestra verdadera ciudadanía es celestial y que hemos sido llamados a caminar en santidad.

Todo lo que está en el mundo es vanidad de vanidades, como lo expresó el sabio Salomón. Los bienes materiales, las riquezas, los placeres, los reconocimientos humanos y aun la gloria terrenal son pasajeros, se desvanecen con el tiempo y no dejan un fruto eterno. Lo único que permanece para siempre es Dios y sus palabras, las cuales son fieles y verdaderas. Por eso Jesús enseñó que debemos edificar nuestra vida sobre la roca que es su Palabra, porque todo lo demás es arena que fácilmente se derrumba ante las tormentas de la vida.

Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia,
y no podéis alcanzar; combatís y lucháis,
pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís.

Santiago 4:2

Este pasaje describe con claridad la condición del hombre apartado de Dios. Vive codiciando, deseando tener más, buscando alcanzar metas egoístas, y aun así nunca se siente satisfecho. La envidia y la competencia lo consumen, pero no encuentra paz. Todo aquel que está fuera de Dios practica la injusticia, hace lo malo y cree que el Señor no lo está viendo. Pero se equivocan, porque Dios observa todo desde los cielos. Él conoce nuestras intenciones, examina nuestros pensamientos y sabe las motivaciones más profundas de nuestro corazón. No podemos engañarlo, y tarde o temprano lo que sembramos tendrá su cosecha.

Vivimos en un mundo en constante cambio, pero ese cambio muchas veces es hacia lo malo. Hoy vemos violencia en todas partes, injusticias sociales, corrupción, familias destruidas y un amor que se ha enfriado en el corazón de muchos. La Palabra ya lo había anunciado: “por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará”. Esto nos recuerda la urgencia de permanecer firmes en la fe, no dejándonos arrastrar por la corriente del mundo, sino manteniendo el fuego del Espíritu Santo encendido en nuestras vidas.

Pedís, y no recibís, porque pedís mal,
para gastar en vuestros deleites.

Santiago 4:3

Una de las razones por las cuales muchas oraciones no son respondidas es porque pedimos con malas intenciones. A veces exigimos a Dios que nos dé lo que queremos en nuestros tiempos, como si Él fuese nuestro sirviente y no nuestro Señor. Sin embargo, el modelo correcto es pedir siempre bajo su voluntad, confiando en que Él nos dará aquello que realmente nos conviene y que traerá fruto para su gloria. Pedir con fe no significa pedir con egoísmo, sino con un corazón alineado al propósito divino.

¡Oh almas adúlteras!
¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios?
Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo,
se constituye enemigo de Dios.

Santiago 4:4

Este fuerte llamado del apóstol Santiago nos recuerda que no existe término medio. La amistad con el mundo es adulterio espiritual, porque significa traicionar al Dios que nos compró con la sangre de Cristo. Quien busca complacer al mundo y seguir sus deleites se convierte en enemigo de Dios. Por eso, si alguien aún vive alejado de Él, hoy es el momento para reconciliarse con el Señor, dejando atrás los malos caminos. Dios siempre extiende sus brazos de amor para recibir a todo aquel que se arrepiente. El llamado es claro: acércate a Dios, guarda su Palabra en tu corazón y permite que su Espíritu te transforme. Solo así experimentarás la verdadera paz que el mundo jamás podrá ofrecer.

Jesús venció al mundo
No os gloriéis del día de mañana