Todos aquellos que son bienaventurados y que nadan bajo la ley del Señor, serán protegidos y guardados de todos los que andan en busca de destruir a los hijos de Dios. El Señor está siempre atento a sus hijos y a todos los que andan bajo su ley. No se trata de una promesa vacía, sino de una verdad confirmada a lo largo de la historia bíblica: Dios guarda a los que le aman y obedecen, y su fidelidad nunca falla. El creyente que camina en la Palabra de Dios puede tener la seguridad de que, aunque vengan pruebas y adversidades, la mano del Señor lo sostendrá.
Bienaventurados los perfectos de camino,
Los que andan en la ley de Jehová.Salmo 119:1
Para nosotros andar en integridad debemos cada día pedirle a Dios que nos ayude y nos fortalezca. No podemos confiar en nuestras propias fuerzas, porque la naturaleza humana es débil y propensa al pecado. Sin la ayuda del Espíritu Santo, fácilmente caeríamos en la trampa del enemigo. Por eso es necesario clamar a Dios diariamente, pidiéndole que nos guíe y nos libre de tropezar. Cuando somos ayudados por Dios, estamos siendo libres de caer en las manos del maligno, porque Él es nuestro escudo y nuestro protector.
En el libro de los Salmos nos encontramos con un sinnúmero de personas que eran perseguidas por sus adversarios, los cuales querían destruir a los hijos de Dios. El Salmista David era uno de los que sus enemigos perseguían constantemente. Saúl, lleno de celos y de envidia, intentó quitarle la vida en varias ocasiones. Sin embargo, a pesar de todos los ataques, Dios libró a David y lo sostuvo en medio de sus batallas. Esto nos enseña que, cuando permanecemos en obediencia, el Señor pelea por nosotros y no permite que el enemigo cumpla sus planes.
Bienaventurados los que guardan sus testimonios,
Y con todo el corazón le buscan;Salmo 119:2
Recordemos que Dios nunca va a rechazar a aquel que quiera buscarle o aquel que Él llame, ni menos al que toque a la puerta del Dios Todopoderoso. Jesús mismo dijo: “Al que a mí viene, no le echo fuera”. Esta es una garantía de que todo aquel que se acerca a Dios con un corazón sincero será recibido y restaurado. Dios no rechaza a aquel que se humilla, sino que lo fortalece y le da nuevas fuerzas cada día para que pueda seguir hacia adelante. Por eso, la verdadera bienaventuranza consiste en guardar los testimonios del Señor y buscarle con todo el corazón.
Es bueno que nos guardemos de todos los que están alrededor nuestro, porque siempre estamos siendo observados por aquellos que no conocen el evangelio del Señor. Muchas personas buscan que fallemos a Dios y ante sus ojos para luego señalarnos y así dañar nuestro testimonio. La vida del cristiano es un testimonio público, y nuestras acciones hablan más fuerte que nuestras palabras. Por eso debemos andar en integridad, de manera que aun los incrédulos reconozcan que servimos a un Dios verdadero.
Pues no hacen iniquidad
Los que andan en sus caminos.Salmo 119:3
El que anda en integridad no practica la injusticia ni la iniquidad. Todos los que sirven a Dios procuran hacer el bien y se esfuerzan por ser fieles en los caminos del Señor. Esto no significa que seamos perfectos en nosotros mismos, sino que buscamos reflejar la perfección de Cristo en nuestras vidas. El camino de Dios es perfecto, y cuando nos alineamos a su voluntad, dejamos de lado la maldad y vivimos en justicia. El andar en sus caminos es un estilo de vida que transforma nuestra manera de pensar, hablar y actuar.
En conclusión, el Salmo 119 nos recuerda que la verdadera bienaventuranza está en andar bajo la ley de Jehová. No se trata de una obligación pesada, sino de un privilegio que trae gozo, protección y firmeza espiritual. Si buscamos a Dios con todo el corazón, guardamos sus mandamientos y caminamos en integridad, podremos experimentar su favor y su cuidado en todo momento. Que nuestro anhelo sea vivir de tal manera que podamos ser reconocidos como aquellos que aman la Palabra y que dan testimonio de un Dios vivo y verdadero.