Es bueno que tengamos algo pendiente, y es que a nuestro alrededor tenemos un sinnúmero de personas cuyo placer es hablar mentiras y engañar a todo aquel se le cruce en su camino, sin importar las consecuencias. Vivimos en un mundo donde la mentira muchas veces se celebra, donde la trampa se ve como astucia y donde la verdad es despreciada. Sin embargo, la Palabra de Dios nos advierte que esas actitudes no pasan desapercibidas ante Él. El Señor es un Dios de verdad, y aborrece los labios mentirosos y la lengua engañosa. Por eso, nosotros como hijos de Dios debemos mantenernos alerta, procurando vivir en integridad y buscando siempre la verdad en todas nuestras acciones.
Es importante ver la expresión del escritor de este Salmo, expresando que él clamaba al Señor y Él le respondía. Cuando nos humillamos ante el Señor y le pedimos que nos cuide de todos nuestros adversarios, Él lo hace. La oración sincera del justo tiene gran poder. El salmista nos recuerda que, aun en medio de la angustia, Dios no cierra sus oídos al clamor de los suyos. Esto debe darnos confianza: no importa qué tan difícil sea la situación ni cuán grande parezca la oposición, cuando acudimos a Dios con un corazón quebrantado, Él nos escucha.
A Jehová clamé estando en angustia,
Y él me respondió.Salmos 120:1
Cuando nos humillamos ante Dios y clamamos a Él, Él no nos rechazará, sino que hará como dice en su Palabra, que todo aquel que pide recibirá, todo el que busca hallará, y al que llama se le responderá. Dios nunca ignorará el llamado del afligido de corazón. Esta es una promesa poderosa que nos debe animar a orar sin cesar, a no desmayar en la búsqueda de su ayuda y a depender totalmente de su gracia. Muchas veces intentamos resolver las cosas por nuestras fuerzas, pero la verdadera victoria viene cuando nos rendimos a Dios en oración.
Libra mi alma, oh Jehová, del labio mentiroso,
Y de la lengua fraudulenta.Salmos 120:2
Dios nos libra de todas las personas que mienten y buscan la forma de hacer caer a todo aquel que anda en integridad delante de Dios, pero el Señor cada día nos da el entendimiento para que no caigamos en esta red de gente cuya mente va de continuo al mal. El creyente no debe temer a las artimañas de los hombres, porque el Señor es su defensor. Aunque el enemigo utilice palabras falsas para dañar nuestra reputación o sembrar discordia, la verdad siempre saldrá a la luz. Por eso debemos confiar en que Dios es juez justo y sabe recompensar a cada uno según sus obras.
Estas personas que solo piensan en hacer mal a todos aquellos que hacen el bien tendrán sus recompensas, por su maldad. Dios mira su pensamiento, todo lo que está practicando el hombre impío. Aunque por un tiempo parezca que prosperan, la justicia divina nunca falla. La Biblia enseña que todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Quien siembra mentira cosechará destrucción, y quien vive en el engaño no podrá escapar del juicio de Dios. Nuestra parte es mantenernos firmes en la verdad y no dejarnos arrastrar por el ejemplo de los malvados.
¿Qué te dará, o qué te aprovechará,
Oh lengua engañosa?Salmos 120:3
La lengua engañosa provoca divisiones, hace que haya pleitos provocando con esto muerte a todas aquellas personas que se dejan engañar por la lengua mentirosa, por eso debemos tener cuidado para no ser engañados por este tipo de personas. La lengua tiene poder, tanto para edificar como para destruir. Por eso Santiago nos advierte que debemos refrenarla, porque aunque es un miembro pequeño, puede encender grandes fuegos. El creyente está llamado a usar su lengua para bendecir, para edificar, para hablar verdad y para proclamar el evangelio. Si cuidamos nuestras palabras y evitamos el engaño, estaremos honrando a Dios y siendo instrumentos de paz en lugar de división.
En conclusión, el Salmo 120 nos recuerda que en medio de un mundo lleno de falsedad, nuestra confianza debe estar puesta en Dios. Él escucha el clamor del justo, libra de las lenguas mentirosas y juzga con justicia a los impíos. Que aprendamos a refugiarnos siempre en la oración, a depender de la verdad de la Palabra y a cuidar nuestras propias palabras, de manera que seamos conocidos como hijos de luz en medio de la oscuridad. Vivir en la verdad no siempre será fácil, pero es el camino que agrada a Dios y que conduce a la vida eterna.