Haz bien con tus enemigos

Los tiempos cada día van cambiando, las personas dejan los caminos del Señor y otros permanecen en la fe, y por esta razón es bueno que como servidores de Cristo demos un buen ejemplo en demostración hacia los demás.

El mundo actual nos muestra cómo muchos se alejan de los valores eternos para abrazar aquello que parece atractivo a los ojos, pero que en realidad es pasajero. Sin embargo, también existen aquellos hombres y mujeres que siguen firmes en la fe, luchando contra las corrientes de este siglo y permaneciendo en el camino de Dios. En este sentido, cada cristiano tiene un llamado a ser luz en medio de las tinieblas, y el mejor modo de hacerlo es dando un testimonio vivo que refleje el amor de Cristo.

Es de mayor importancia que cada día podamos tratar a nuestros enemigos bien, sin importar cómo ellos actúen con nosotros, la Biblia nos enseña que debemos tratar bien a nuestros enemigos.

Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos,

bendecid a los que os maldicen,

haced bien a los que os aborrecen,

y orad por los que os ultrajan y os persiguen;

Mateo 5:44

El libro de Mateo nos enseña que cada día debemos tratar a todos aquellos que nos maldicen, que nos persiguen, y a los que nos aborrecen. La pregunta es: ¿qué haremos con ellos? Jesús nos da la respuesta clara: orar y bendecirlos, pedirle a Dios que tenga misericordia de todos ellos. Esta actitud no es fácil, pues va en contra de nuestra naturaleza humana, pero es el reflejo del carácter de Cristo en nuestras vidas.

Orar por quienes nos ofenden es un acto de humildad y obediencia, pero también una muestra del poder del Evangelio que transforma corazones. La oración sincera no solo puede traer paz a nuestra alma, sino que también puede ser el instrumento que Dios use para tocar la vida de nuestro adversario. Así, lo que parecía odio se convierte en una oportunidad para manifestar el amor de Cristo.

No os venguéis vosotros mismos,

amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios;

porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.

Romanos 12:19

No debemos tomar la venganza nosotros mismos sino dejar que Dios tome el control de la situación, por eso es importante que cada día recordemos que solo Él puede hacer justicia, porque de Él es la venganza. Confiar en Dios en medio de la injusticia es un acto de fe, pues reconocemos que su justicia es perfecta y su tiempo siempre es el mejor.

Cuando cedemos la venganza a Dios, nuestro corazón se libera de la amargura y el resentimiento. Estos sentimientos, si no se entregan al Señor, pueden consumirnos poco a poco, afectando nuestra vida espiritual, nuestras relaciones y hasta nuestra salud. Pero al poner todo en las manos de Dios, aprendemos a descansar en su soberanía y encontramos verdadera paz.

Así que, si tu enemigo tuviere hambre,

dale de comer; si tuviere sed,

dale de beber; pues haciendo esto,

ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza.

Romanos 12:20

Nunca debemos dejar de hacer el bien, sino que debemos ayudar a nuestros enemigos, darles la mano y si aún no conocen de la Palabra de Dios, procurar que puedan acercarse al conocimiento de Cristo. Cada gesto de bondad hacia quienes nos hacen daño es una semilla de amor que puede germinar en sus corazones.

Por esto es bueno hacer buenas obras con los que nos aborrecen. Si Dios ha hecho buenas obras con sus santos, entonces ¿quiénes somos nosotros para no hacer lo mismo? Amar y servir no es un signo de debilidad, sino de fortaleza en el Señor, porque solo alguien lleno del Espíritu Santo puede responder al odio con amor y al rechazo con misericordia.

No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.

Romanos 12:21

La manera más fácil de vencer a todo lo malo es haciendo el bien, porque con el bien podemos derrotar el mal. Esta enseñanza bíblica nos invita a transformar nuestro entorno con acciones de bondad, aun cuando las circunstancias no sean favorables.

Finalmente, el llamado para el cristiano es a vivir de manera diferente al mundo, demostrando que el amor de Dios es más fuerte que cualquier odio o resentimiento. De este modo, no solo obedecemos la Palabra, sino que damos un testimonio vivo que glorifica el nombre de Cristo y abre caminos para que otros también lleguen al conocimiento de la verdad.

Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud
Sin fe es imposible agradar a Dios