La Biblia nos habla sobre la adoración a Dios de principio a fin, desde el Génesis hasta el Apocalipsis, y es que para Dios este punto es muy importante, incluso, el profeta Isaías dijo: «Todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice». Hemos sido creados para adorar al Dios Todopoderoso y eso debe ser el pensamiento de cada cristiano en esta tierra.
Pero hay otra cosa muy importante que debemos entender, y es que adorar a Dios no es solamente decir «gloria a Dios» o «aleluya» o tocar cualquier instrumento, adorar a Dios va más allá de todo eso y es importante que lo entendamos.
Jesús dice:
23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.
Juan 4:23-24
Jesús aquí está hablando claramente de una adoración genuina, la cual va más allá de las palabras, una adoración que tiene que ver con nuestro día a día, con nuestra personalidad o para más claridad, aquella adoración que tiene que ver con nuestros actos. La Biblia también nos habla de que nos ofrezcamos en sacrificio vivo.
Esa hora de las que nos habló Jesús ya ha llegado, esa hora en la que hay verdaderos creyentes que adoran al Padre con todo su corazón y debemos mirarnos frente a ese espejo y preguntarnos si estamos siendo de ese tipo de adoradores.
Adoremos al Padre en espíritu y verdad, con toda nuestra mente, corazón y todas nuestras fuerzas.