Las aflicciones del justo

La Biblia nos habla mucho sobre la aflicción, y uno de los libros que más aborda este tema es el de los Salmos. En él encontramos oraciones, súplicas y cantos de hombres que, en medio del dolor, aprendieron a confiar en Dios. David, autor de muchos de los salmos, pasó por múltiples tribulaciones: fue perseguido por Saúl, traicionado por personas cercanas, rodeado por enemigos, e incluso experimentó la angustia del pecado y sus consecuencias. Muchas veces se sintió abandonado, pero en lo profundo de su corazón sabía que el Dios en quien creía nunca lo desamparaba. De la misma manera, nosotros también debemos creer que ese mismo Dios nos acompaña en todas nuestras tribulaciones. Aun cuando sentimos que Él está lejos, en realidad es cuando más cerca está de nosotros, sosteniéndonos con su gracia.

El salmista dijo:

19 Muchas son las aflicciones del justo,
Pero de todas ellas le librará Jehová.

20 El guarda todos sus huesos;
Ni uno de ellos será quebrantado.

21 Matará al malo la maldad,
Y los que aborrecen al justo serán condenados.

22 Jehová redime el alma de sus siervos,
Y no serán condenados cuantos en él confían.

Salmos 34:19-22

El salmista nos recuerda una verdad que puede parecer dura: “Muchas son las aflicciones del justo”. Y surge la pregunta: ¿Por qué son muchas? La razón es que vivimos en un mundo lleno de injusticias y maldad, donde el hombre muchas veces prefiere el mal antes que el bien. En un contexto así, el justo que desea vivir conforme a la voluntad de Dios inevitablemente enfrentará oposición. Jesús mismo lo advirtió en Juan 16:33: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”. El cristiano no está exento de problemas, pero tiene la seguridad de la presencia y el auxilio de Dios en medio de ellos.

Hoy en día, llevar el nombre de cristiano implica también ciertas renuncias y luchas. Ser fiel a los mandamientos del Señor significa decir “no” a muchas cosas que el mundo ofrece como placenteras o atractivas, pero que conducen al pecado. Esta firmeza en la fe trae consigo aflicciones: burlas, discriminación, rechazo y hasta persecución. Sin embargo, lo más importante es recordar la promesa: aunque sean muchas las aflicciones del justo, de todas ellas lo librará Jehová. La liberación puede tomar diferentes formas: a veces Dios nos saca de la prueba, otras veces nos da fuerzas para soportarla, y en ocasiones la usa para transformarnos y hacernos crecer en la fe.

A lo largo de la Biblia vemos ejemplos claros de cómo Dios libra a sus siervos de las aflicciones. José fue vendido por sus hermanos y encarcelado injustamente, pero el Señor lo levantó como gobernador de Egipto para salvar a muchos. Daniel fue echado al foso de los leones por ser fiel en la oración, pero Dios cerró la boca de los leones y lo guardó. Los tres jóvenes hebreos fueron lanzados al horno de fuego, pero el Señor mismo estuvo con ellos en medio de las llamas y salieron ilesos. Estos relatos nos muestran que el Dios de ayer es el mismo de hoy: poderoso para librar a sus hijos en todo tiempo.

El versículo 22 añade una promesa llena de esperanza: “Jehová redime el alma de sus siervos, y no serán condenados cuantos en él confían”. No solo hablamos de liberación temporal en medio de las pruebas, sino también de una redención eterna. Dios no solo libra al justo en esta vida, sino que asegura su destino final. En Cristo hemos recibido perdón, salvación y vida eterna. Esa es la mayor liberación de todas: ser rescatados del pecado y de la condenación.

Querido hermano, si hoy atraviesas una aflicción, recuerda que no estás solo. Puede que la carga parezca demasiado pesada, pero el Señor está contigo. Así como libró a David, a José, a Daniel y a muchos otros, también puede librarte a ti. La clave está en confiar, porque el que confía en Dios jamás será avergonzado. Las aflicciones son inevitables, pero la promesa es segura: “De todas ellas le librará Jehová”. Aférrate a esa palabra y espera en el Señor, porque su fidelidad nunca falla.

El fin está cerca
Confianza en Jehová