Pedro, discípulo de Jesús, siempre estaba preparado para hacerle preguntas al Señor, pero lo que Pedro no sabía era que Satanás lo zarandeaba para hacerlo caer. Jesús, conociendo la fe de este hombre, le dijo: «Pedro, mira que cuando caigas y te levantes, ve y ayuda a tus hermanos». Con estas palabras, el Señor estaba mostrando no solo que conocía la debilidad de Pedro, sino también la fortaleza que vendría después de la restauración. Cristo sabía que, a pesar de la caída, la fe de Pedro sería purificada y utilizada para fortalecer a los demás.
Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo,
como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar;
1 Pedro 5:8
Pedro escribió estas palabras después de haber experimentado personalmente los ataques del enemigo. Él mismo había negado a Jesús tres veces, y sabía lo que significaba ser tentado y caer. Por eso, cuando habla del diablo como un león rugiente, lo hace con autoridad y con conocimiento de causa. El adversario siempre persigue a las ovejas del Señor, buscando apartarlas de la fe y debilitarlas espiritualmente. Sin embargo, aunque su rugido es fuerte, debemos recordar que no es un león soberano. El único León verdadero es Cristo, el León de la tribu de Judá, que venció en la cruz.
No debemos ignorar las maquinaciones del enemigo. Él es astuto, observador y sabe cómo tentar a cada persona en sus puntos más débiles. Puede presentarnos placeres temporales, riquezas, fama o incluso justificaciones aparentes para pecar, todo con el fin de alejarnos de los caminos de Dios. Sin embargo, Pedro nos exhorta a mantenernos sobrios y velando, es decir, atentos espiritualmente, con los ojos abiertos y en plena comunión con Dios. Solo así podremos resistir en los momentos de tentación.
El enemigo ofrece cosas llamativas, pero son pasajeras, engaños que brillan por un momento y luego se desvanecen dejando dolor y vacío. Por eso, Pedro insiste en que permanezcamos en comunión constante con Dios, para que cuando las tentaciones aparezcan estemos preparados. No se trata de confiar en nuestras fuerzas, sino de depender del Señor y refugiarnos en su Palabra. Cuando nuestras raíces están firmes en Cristo, ninguna tormenta del enemigo puede arrancarnos de su amor.
al cual resistid firmes en la fe,
sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo.
1 Pedro 5:9
Aquí Pedro nos recuerda que no estamos solos en la batalla. Los cristianos de todo el mundo enfrentan luchas similares, porque el adversario se opone a todo aquel que sigue a Cristo. Sin embargo, resistir es posible si permanecemos firmes en la fe. Debemos pedir cada día a Dios que fortalezca nuestro espíritu, que aumente nuestra confianza en Él y nos dé las fuerzas necesarias para seguir adelante. Cuando nuestra fe está cimentada en el Señor, podemos estar seguros de que el enemigo no podrá derribarnos, porque Dios mismo es nuestro escudo fuerte y nuestra defensa segura.
La experiencia de Pedro es una enseñanza viva para nosotros. Él cayó, pero fue restaurado por Cristo, y con esa restauración recibió la misión de fortalecer a sus hermanos. De la misma manera, debemos aprender que, aunque podamos tropezar, en Cristo siempre hay perdón y nueva oportunidad. Pero esa experiencia debe llevarnos a advertir a otros y a animarlos a permanecer firmes en la Palabra de Dios.
Si estamos atentos a lo que enseña la Escritura y buscamos cada día la dirección del Espíritu Santo, no seremos sorprendidos por los ataques del enemigo. Estaremos preparados, porque habremos orado, estudiado la Palabra y confiado en las promesas de Dios. La vigilancia y la sobriedad espiritual no son opcionales, son necesarias para todo creyente que desea perseverar hasta el fin.
Por eso, si aún no estás siendo sobrio ni atento a las asechanzas del enemigo, comienza hoy a hacerlo. No bajes la guardia, porque Satanás nunca descansa en su propósito de hacernos caer. Permanece firme en el Señor, confiado en que, aunque el adversario ruja, no podrá vencer a aquellos que están escondidos en Cristo. Recuerda siempre: en Jesús tenemos la victoria y su poder es mayor que cualquier ataque del enemigo.