La venida del Hijo del Hombre

¿Hablamos muy poco sobre la venida de Cristo? Puede que sí. En muchos púlpitos y conversaciones cristianas nos hemos enfocado más en temas como la superación personal, la autoestima o el éxito terrenal, y aunque estos asuntos no son necesariamente malos, han desplazado el centro de nuestro mensaje. Hemos perdido el enfoque en lo más importante: «Cristo viene y hay que estar preparados». Este debe ser el tema principal de nuestras vidas, pues de esta verdad depende nuestra eternidad. Hablar de la segunda venida de Cristo no es opcional, es un mandato, porque nos recuerda hacia dónde caminamos y cuál es la esperanza gloriosa que nos sostiene.

Jesús dijo a sus discípulos unas palabras que resuenan con fuerza hasta el día de hoy:

Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor.

Mateo 24:42

Hace más de dos mil años Jesucristo vino a la tierra y murió por la humanidad para librarnos del pecado y del infierno. Él se entregó voluntariamente, sufrió un gran martirio por nosotros, y fue despreciado y avergonzado. Hoy en día, todavía hay quienes se burlan de Cristo, afirmando que es un mito o un simple personaje inventado. Sin embargo, la Biblia es clara: aquel Cristo que vino como un manso cordero, volverá en poder y gran gloria a buscar a su iglesia. La tierra temblará delante de Él, y todos los hombres —incluso los que se burlaron— se postrarán y reconocerán que Jesús es el Hijo de Dios.

Cuando Jesús nos ordena velar, no se refiere a dejar de dormir literalmente o a permanecer despiertos físicamente todo el tiempo. La palabra “velar” significa estar atentos, vigilantes, en una vida espiritual activa y consagrada a Dios. Es vivir con la conciencia de que Cristo puede venir en cualquier momento, sin aviso previo. Nosotros podemos anticipar un huracán con los reportes del clima, o planificar un viaje para una fecha determinada, pero nadie puede predecir el día ni la hora de la venida del Señor. Jesús mismo declaró que esa hora solo la sabe el Padre.

Sin embargo, Dios nos ama tanto que no nos ha dejado sin señales. En el mismo capítulo 24 de Mateo, Jesús nos da una lista de acontecimientos que precederán al fin: guerras y rumores de guerras, falsos profetas, el aumento de la maldad y el enfriamiento del amor. No nos da una fecha exacta, pero sí señales claras para que estemos alertas. Más adelante dice:

Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas.

Mateo 24:33

La comparación es contundente. Así como sabemos que el verano se acerca al ver brotar las hojas en los árboles, de la misma manera debemos reconocer que la venida de Cristo está próxima al ver las señales cumplirse en nuestro mundo. Lo que está escrito se cumplirá, porque la Palabra de Dios es fiel y verdadera.

Por eso, la exhortación es clara: vivamos cada día como si fuera el último. No desperdiciemos el tiempo en distracciones que nos apartan de Dios. Velemos en oración, en santidad, en servicio a los demás, y en una vida entregada al Señor. No sabemos cuándo vendrá, pero sí sabemos que vendrá, y lo mejor que podemos hacer es estar listos para ese glorioso encuentro.

Querido lector, recuerda siempre que la vida en este mundo es pasajera, y que nuestro mayor tesoro no está aquí, sino en la eternidad con Cristo. Que nuestras palabras, pensamientos y acciones reflejen que esperamos a nuestro Salvador. Velemos con fe, con esperanza y con amor, porque un día —quizás más pronto de lo que pensamos— nuestro Señor regresará con poder y gran gloria. ¡Cristo viene, y debemos estar preparados!

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