Padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos

Los tiempos han cambiado de manera drástica y cada día vemos cómo la familia, que es el núcleo de la sociedad, se debilita más. Estamos viviendo tiempos finales en los cuales se hacen visibles las fallas que tienen muchos padres en la crianza de sus hijos. El descuido, la falta de disciplina y la ausencia de amor están provocando generaciones de jóvenes que crecen sin dirección, sin valores y sin esperanza.

Hoy es común ver cómo algunos padres crían a sus hijos con dureza extrema, maltratándolos verbal y físicamente. No les enseñan con paciencia, sino que los insultan y los hieren con palabras que marcan sus corazones. Este tipo de crianza no solo destruye la autoestima del niño, sino que también crea un ambiente de temor y resentimiento. Padres que deberían ser ejemplo de amor y seguridad se convierten en una fuente de dolor y hostigamiento.

La Biblia, sin embargo, nos da un modelo diferente. Nos enseña cómo debemos criar a nuestros hijos en la disciplina y el amor del Señor. Criar en disciplina no significa violencia ni abuso, sino corrección con amor y enseñanza en la verdad de Dios. Los hijos deben aprender el camino del bien, y depende de los padres sembrar esa semilla en sus corazones para que permanezcan firmes en la Palabra de Dios a lo largo de su vida.

Si nosotros como padres no instruimos a nuestros hijos en el bien, alguien más lo hará en el mal. La sociedad, la calle y las malas compañías están siempre dispuestas a llenar los vacíos que dejan los padres ausentes. Por eso la Biblia nos exhorta claramente:

Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.

Efesios 6:4

Este consejo del apóstol Pablo sigue vigente hoy. En aquel tiempo ya se veían padres abusivos o indiferentes, y por eso la exhortación es clara: no provocar a los hijos a ira. Muchos jóvenes de hoy están enojados y rebeldes no porque sean malos, sino porque han crecido en hogares sin comprensión ni dirección. A algunos padres les parece un acto normal darles a sus hijos bebidas alcohólicas, cigarrillos o libertades sin medida, sin importar las consecuencias. Otros incluso ponen en sus manos armas de fuego o armas blancas, sembrando violencia y destruyendo sus vidas.

Como padres, nuestra responsabilidad es grande. Debemos dar una crianza basada en el amor, la comprensión y la disciplina justa. Educar no es solo corregir, también es escuchar, acompañar y guiar con ejemplo. Es mostrar con nuestra vida lo que significa amar a Dios y caminar en sus caminos. Cuando los hijos pasan por momentos difíciles, necesitan padres presentes que los escuchen y les den confianza. Muchos jóvenes caen en la desesperación, e incluso algunos llegan a quitarse la vida, porque sienten que nadie los escucha ni los entiende. Esto no debe ser así en hogares cristianos.

Padres, si ves a tu hijo pasando por un momento difícil, no lo ignores. Extiende tu mano, abrázalo, pregúntale qué le sucede. Si al principio no quiere hablar, no lo presiones; vuelve a intentarlo otro día. Hazle sentir que puede confiar en ti, que estás disponible para escucharlo y apoyarlo. El amor constante abre puertas que la dureza nunca podrá abrir. Criemos a nuestros hijos con el amor de Cristo, para que crezcan seguros, confiados y firmes en el Señor.

Un niño nos es nacido
Regocijo en el cielo