La tumba está vacía

La resurrección de Jesucristo es uno de los acontecimientos más trascendentales de toda la historia de la humanidad, porque no se trata de una leyenda o un mito, sino de un hecho real que transformó la vida de millones de personas a lo largo de los siglos. La Biblia narra con detalle este suceso que marcó el inicio de la esperanza para todo aquel que cree. Cuando Jesús murió en la cruz, sus discípulos pensaron que todo había terminado, pero al tercer día el poder de Dios se manifestó levantando a su Hijo de entre los muertos. Este hecho no solo confirmó su divinidad, sino que también abrió el camino de la salvación para toda la humanidad.

El relato de los evangelios nos muestra que quienes fueron testigos de la tumba vacía no eran hombres valientes, sino mujeres sencillas que habían seguido a Jesús. Ellas iban con un corazón dispuesto a honrar al Maestro, aun después de su muerte. Este detalle es muy significativo, pues nos habla de que la fe no depende de la fuerza humana, sino de un corazón dispuesto a buscar al Señor aun en medio de la incertidumbre.

Luego de la muerte de Jesús, unas mujeres iban a su tumba a ungir su cuerpo:

Cuando pasó el día de reposo, María Magdalena, María la madre de Jacobo,

y Salomé, compraron especias aromáticas para ir a ungirle.

Y muy de mañana, el primer día de la semana, vinieron al sepulcro, ya salido el sol.

Pero decían entre sí: ¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro?

Marcos 16:1-3

Jesús en varias ocasiones les había dicho: «Yo moriré pero al tercer día resucitaré de entre los muertos», dándoles a entender que en el tercer día no estaría ahí y así fue como sucedió.

Pero ellas no se acordaban de estas palabras dichas por el Señor, y por eso para ellas su resurrección fue una sorpresa, y cuando ellas llegaron, la tumba abierta.

Luego se les aparecieron dos ángeles y les preguntaron por qué buscaban entre los muertos al que está vivo. Entonces se acordaron lo dicho por el Señor sobre su resurrección.

Pero id, decid a sus discípulos,

y a Pedro, que él va delante de vosotros a Galilea;

allí le veréis, como os dijo.

Marcos 16:7

Luego Jesús se le aparece a estos dos discípulos y ellos fueron a contarle a los demás sobre este hecho, pero algo ocurrió y es que ni ellos mismo creían lo que pasó en el camino.

Está muy claro, que en la historia solo hay uno que ha resucitado y es Jesús, aún explicándole lo que iba a pasar ellos no creyeron que resucitaría de entre los muertos.

En la tumba de mahoma, están los huesos de mahoma; en la tumba de buda están los huesos de buda. No hay ídolo que haya resucitado todavía, solo Cristo al tercer día dejó la tumba vacía, la ciencia podrá negar su existencia, podrá decir que nuestra fe en Jesús en ignorancia, pero no podrán borrar lo que Él hizo en mi ser, jamás podrán lograr que en el yo deje de creer.

El nombre de Jesús – Redimi2

La resurrección de Jesús no solo fue un evento histórico, sino que sigue teniendo repercusión en la vida de cada creyente. La tumba vacía es un símbolo de victoria sobre la muerte, sobre el pecado y sobre todo aquello que esclaviza al ser humano. Mientras que los líderes religiosos de este mundo murieron y sus restos permanecen en sus tumbas, Cristo se levantó con poder y vive para siempre. Esta diferencia es lo que sostiene nuestra fe y nos da esperanza de vida eterna.

Además, la resurrección es una invitación a recordar que nada es imposible para Dios. Muchas veces, como las mujeres que iban al sepulcro, pensamos en las piedras que bloquean nuestro camino, en los obstáculos que parecen imposibles de mover. Sin embargo, cuando confiamos en el Señor, Él mismo se encarga de remover lo que estorba para que podamos experimentar su poder y su gloria en nuestras vidas.

La incredulidad de los discípulos también nos enseña que la fe no nace de la lógica humana, sino de un encuentro personal con el Cristo resucitado. Aunque al principio dudaron, al ver a Jesús vivo fueron transformados en testigos valientes que anunciaron el evangelio hasta dar su propia vida. Lo que un día fue temor, después se convirtió en convicción y esperanza.

Hoy en día, los cristianos celebramos la resurrección no como un evento del pasado, sino como una realidad presente que nos impulsa a vivir con gozo y confianza. Cada domingo, cuando nos reunimos, recordamos que Jesús venció a la muerte y que gracias a su sacrificio tenemos acceso a la salvación. La tumba vacía nos asegura que nuestras lágrimas pueden convertirse en gozo y que nuestro futuro está asegurado en Cristo.

En conclusión, el mensaje de la resurrección nos recuerda que Jesús no está en la tumba, sino que vive y reina para siempre. Esa tumba vacía sigue proclamando esperanza al mundo entero: que no hay problema tan grande ni pecado tan profundo que el poder de Cristo no pueda vencer. Nuestra fe no se basa en un mito, sino en un hecho real, y esa es la razón por la que podemos vivir confiados y seguros de que, así como Él resucitó, también nosotros viviremos para siempre con Él.

Siempre gozosos en el Señor
Gracia irresistible