Icono del sitio Restablecidos

Orar no es suficiente

Orar no es suficiente

Creo que como pueblo de Dios nos hace falta aprender mucho más sobre la oración. El Nuevo Testamento enfatiza mucho en la oración, puesto que esta es vital para la salud de la iglesia. Un creyente que ora es un creyente que se mantiene en la línea donde debe estar, fortalecido en la fe y en la comunión con su Padre celestial. Ahora bien, surge una pregunta necesaria: ¿Es suficiente orar de vez en cuando? La respuesta es clara: orar no es suficiente, más bien, la persistencia en la oración es la que habla por sí sola. La vida cristiana se sostiene en esa perseverancia diaria en la presencia de Dios.

Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.
Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.

Mateo 7:7-8

Aquí Jesús está presentando un gran discurso al cual todos deberíamos prestar suma atención. Lo primero que aprendemos es que Dios responde a nuestras oraciones, pero siempre dentro de su perfecta voluntad. Esto nos libra de pensar que la oración es una fórmula mágica para obtener lo que deseamos. El apóstol Santiago lo confirma al decir que muchos pedían pero no recibían, porque pedían mal, con motivaciones egoístas.

Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.

Santiago 4:3

Lo importante aquí es comprender que, cuando pedimos a Dios conforme a su voluntad, Él nos responde en el tiempo oportuno. A veces queremos que la respuesta sea inmediata, pero Dios conoce el momento exacto y la manera perfecta de contestar. Por eso no debemos desanimarnos ni pensar que el Señor se ha olvidado de nosotros. Al contrario, debemos presentarle con confianza todas nuestras peticiones. Él nunca se cansa de escucharnos y siempre está dispuesto a atender a sus hijos.

En Mateo 7:7 Jesús usa tres imperativos: «Pedid, buscad, llamad». Estos verbos no son acciones aisladas, sino mandatos continuos. Hablan de un estilo de vida constante, de una disciplina devocional que marca el caminar del creyente. Pedir es depender de Dios, buscar es desear su presencia con todo el corazón, y llamar es insistir con perseverancia hasta que se abran las puertas del cielo. Todo esto refleja que la oración es relación, confianza y persistencia.

Persistir en la oración es clave. Jesús mismo nos aseguró que «todo aquel que pide, recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá». Esto no debe tomarse como una rutina vacía, sino como una convicción de fe. No podemos orar solo como un mecanismo repetitivo, debemos orar hasta experimentar la presencia de Dios, hasta que su paz llene nuestro corazón. La oración verdadera no es solo hablar, es también esperar y escuchar la voz del Señor.

Un ejemplo claro de persistencia lo encontramos en Jacob cuando luchó con el ángel. El relato nos muestra a un hombre decidido a no rendirse:

Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices.

Génesis 32:26

Jacob estaba dispuesto a resistir toda la noche, si era necesario, hasta obtener la bendición. Esa actitud refleja el corazón que Dios quiere ver en nosotros: una fe que no se rinde, una oración que no se detiene hasta alcanzar respuesta. La persistencia de Jacob fue recompensada y su vida cambió para siempre. De igual manera, nosotros debemos aferrarnos a Dios en oración hasta que su gracia se derrame sobre nosotros.

Cuando vayamos ante Dios en oración, hagámoslo con esa misma perseverancia. No nos cansemos de doblar nuestras rodillas, no nos desanimemos si la respuesta tarda, no dejemos de clamar aunque las circunstancias parezcan contrarias. Dios honra la fe persistente y recompensa al que le busca con sinceridad.

Querido hermano, te animo hoy a mantener la persistencia en tus oraciones. Ora cada día, confía en las promesas del Señor y recuerda que fiel es el que ha prometido. Nuestro trabajo en el Señor nunca es en vano. La oración constante es la llave que abre puertas cerradas, fortalece nuestra fe y nos mantiene firmes hasta el fin. No dejes de pedir, no dejes de buscar, no dejes de llamar. El Dios que escucha en lo secreto responderá a su tiempo y en su perfecta voluntad.

El amparo de Dios en la tribulación
Dios y las riquezas
Salir de la versión móvil