Hay noticias que recibimos, las cuales son totalmente inesperadas, cosas que nunca imaginamos que podían pasar, y pueden ser tanto negativas como positivas, pero las negativas nos hacen sentir sensaciones las cuales aturden nuestros pensamientos y pueden amargar nuestro día fuertemente. Y estas situaciones son inevitables, simplemente pertenecen a la vida humana y debemos pedirle fuerzas a Dios para que nos ayude en estos momentos. La única opción es confiar en Dios, no puede existir otra para un cristiano.
Hay una canción de Marcos Vidal, titulada: «Tu nombre», y hay una parte que dice: » Hay momentos difíciles de controlar, hay dolores que no se anestesian, situaciones que no lograré comprender, despedidas que hieren y espantan, hay batallas que preferiría evitar, hay gigantes que se nos enfrentan».
Todas estas cosas que dice esta canción nos afectan en nuestra vida transitoria por esta tierra, pero nada de esto nos puede quitar la confianza en nuestro Creador. Los momentos difíciles y las malas noticias también pueden llegar a formar una parte esencial en nuestras vidas, puesto que ellas nos enseñan cosas que nos pueden servir mucho, a madurar por ejemplo, a ser personas que pueden aconsejar a otras que estén pasando por momentos similares a los que ya has pasado.
En la Biblia también podemos encontrar situaciones inesperadas, tanto positivas como negativas. Tenemos el caso de David, que aunque Saúl tenía ciertos conflictos con él, David le tenía respeto porque era el rey de Israel. En el primer capítulo del segundo libro de Samuel nos habla de un amalecita que vino ante David para darle la noticia de que el rey Saúl había muerto y esta noticia no alegró a David, a pesar de que Saúl le odiaba. Tampoco David se sintió contento porque por la muerte de Saúl iba a quedar como rey. ¡No! Simplemente hay noticias que no son positivas y no nos pueden alegrar.
Luego de David haberse dado cuenta de esta muerte del rey de Israel y Jonatán su hijo, la Biblia nos dice:
Y lloraron y lamentaron y ayunaron hasta la noche, por Saúl y por Jonatán su hijo, por el pueblo de Jehová y por la casa de Israel, porque habían caído a filo de espada.
2 Samuel 1:12
Quizás hayas recibido una noticia como esta sobre algún familiar o amigo que aprecias mucho, y esto nos quita hasta las fuerzas. Recuerdo una vez que estaba trabajando, mientras recibía clientes también recibí una llamada y esa llamada hizo que me pusiera frío, mis pensamientos se fueron lejos, mi mente se nubló y fue unas sensación tan fuerte. Eso se siente cuando pierdes a un ser que amas y esa era la situación por la que David estaba pasando. Recordemos que además de Saúl, nos está hablando de la muerte de su gran amigo Jonatán.
Ninguno de nosotros está exento de estas situaciones, son del ser humano y tenemos que pasar por ellas. Sin embargo, vuelvo y reitero, esto no debe disminuir nuestro concepto de quién es Dios, tampoco nuestra confianza en Él.
La Biblia dice:
El Señor es bueno, fortaleza en el día de la angustia; y conoce a los que en Él confían.
(Nahum 1:7).
En esos momentos inesperados el Señor es nuestra fortaleza, nuestro refugio, nuestra roca que nos sustenta en medio del desierto, nuestra luz en la oscuridad, nuestro rocío en la sequedad, nuestro todo. Así que, te insto a que esa confianza en Dios no disminuya y que nos agarremos de sus promesas firmemente.