En estos últimos meses y semanas se ha vivido una pesadilla, puesto que han sucedido acontecimientos traumáticos, los cuales son más que una pesadilla. El ataque del Puente de Westminster, el ataque de Manchester Arena, el Puente de Londres y el ataque del Mercado de Borough, el fuego de la Torre Grenfell y ahora el ataque en la Mezquita de Finsbury resultaron en una devastadora, innecesaria y trágica pérdida de vidas. Es imposible de digerir.
Cada una de estas tragedias nos deja con un nudo en la garganta. La sensación de inseguridad y vulnerabilidad se hace más evidente y, como sociedad, nos damos cuenta de que el dolor y la incertidumbre se han vuelto parte de la vida cotidiana. Frente a tantas pérdidas, las familias se ven desoladas, los sobrevivientes enfrentan secuelas emocionales y la sociedad entera se cuestiona el rumbo del mundo.
En medio de presenciar tal angustia, hay muchas preguntas grandes que se hacen: ¿Cuándo cesarán estas tragedias? ¿Cómo se radicalizan los terroristas? ¿Por qué hay tanto odio en el mundo? ¿Dónde está la justicia para las familias? ¿Y dónde está Dios en medio de todo este dolor y sufrimiento?
Nuestro mundo claramente no es como Dios quiso que fuera, o como nos gustaría que fuera. Hay mucho que nosotros y otros hemos dañado y estropeado. A veces, el dolor, el sufrimiento y la pérdida es simplemente insoportable. Sin embargo, incluso en medio de tanta confusión, podemos descubrir que Dios no está ausente. La Biblia nos recuerda que la creación misma gime a causa del pecado y que el mal es una realidad que afecta a todos los seres humanos.
La semana pasada fue lanzada en los cines una película llamada The Shack, dirigida por Stuart Hazeldine. Cuenta la historia de un padre cuya hija es secuestrada y asesinada – una situación en la que siento náuseas incluso pensarlo, puesto que esto es el pan de cada día de nuestra sociedad. El padre lucha con Dios diciendo: ‘Tú eres el Dios todopoderoso, ¿verdad? Tú lo sabes todo. Estás en todas partes a la vez. Tienes un poder ilimitado. Sin embargo, de alguna manera dejas que mi niña muera cuando más te necesitaba. La has abandonado.
Este diálogo refleja la lucha interna de miles de personas en todo el mundo. La pregunta sobre el sufrimiento humano es tan antigua como la humanidad misma. La película nos invita a reflexionar que, aunque no entendamos las razones detrás del dolor, Dios permanece cercano. Su amor no se mide por la ausencia de problemas, sino por su compañía en medio de ellos.
En estas últimas semanas muchas personas han tenido que lidiar con situaciones similares, se preguntan si Dios les ha abandonado. Cuando en la película el padre de The Shack grita, Dios lo tranquiliza diciendo: Nunca la abandoné. En medio de su terrible sufrimiento Dios estaba ahí.
A los que sienten solos, abandonados o se enfrentan a la injusticia, Dios siempre elige sentarse con ellos, luchar con ellos y tomar su causa. El Salmo 23 expresa maravillosamente la presencia de Dios con nosotros en tiempos oscuros:
«El Señor es mi pastor, nada me faltará, en lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de reposo me pastoreará , confortará mi alma; me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento». (Salmo 23: 1-4).
Dios no es ajeno al sufrimiento; Su propio hijo Jesucristo fue sometido a la injusticia desgarradora del corazón de un juicio manipulado y la muerte más tortuosa y bárbara por la crucifixión. Sus manos y pies fueron clavadas a una cruz de madera y lo dejaron colgar allí hasta la muerte. Dios sabe todo lo que hay que saber sobre el dolor, incluso la más profunda agonía de perder a su Hijo.
Este recordatorio nos lleva a comprender que no estamos solos. La cruz de Cristo es la mayor muestra de que Dios no permanece distante al dolor humano. En ella vemos un amor tan grande que se acerca a nuestro sufrimiento, lo comparte y nos promete victoria más allá de la muerte. La resurrección de Jesús asegura que, aunque el dolor sea real, no será eterno.
El dolor puede ser demasiado difícil de soportar y las respuestas que anhelamos tal vez nunca lleguen, pero Dios está con nosotros a través de todo este mal trago. Dios se identifica con nosotros, llora y nos ofrece la esperanza de un futuro mejor. A veces todo lo que podemos hacer es aferrarnos a su promesa de que un día:
Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte,ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.
(Apocalipsis 21: 4)
En conclusión, aunque el sufrimiento y las tragedias parecen desbordar nuestra comprensión, podemos descansar en la verdad de que Dios nunca abandona a los suyos. La esperanza de vida eterna y de un futuro sin lágrimas nos recuerda que el dolor no tiene la última palabra. Nuestra tarea hoy es confiar en Él, refugiarse en sus promesas y llevar consuelo a quienes atraviesan momentos oscuros, porque en medio del caos, Dios sigue siendo nuestro Pastor fiel.