Ser humilde nos ayuda a tener compasión por los demás, sin importar el estatus social y posición económica. Pero algo que debemos de tomar en cuenta y es que debemos ser personas de bien y no ser altivos con lo que tengamos, y por eso les hablaremos sobre la historia de Lázaro y el hombre rico.
La humildad es un valor que muchas veces se pierde en medio de la abundancia y de los logros materiales. Sin embargo, la Biblia nos recuerda que lo que realmente tiene valor eterno no es lo que poseemos, sino lo que somos delante de Dios. Esta enseñanza queda claramente reflejada en la parábola de Lázaro y el hombre rico.
Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez.
Lucas 16:19
La Biblia nos habla de un hombre rico, el cual vestía las mejores ropas. Este hombre siempre hacía banquetes y su dinero le permitía darse todos los lujos que quisiese.
Este detalle no solo nos muestra su poder económico, sino también la forma en que vivía ajeno al dolor y a la necesidad de los demás. Sus vestidos y banquetes eran símbolos de una vida centrada en sí mismo, sin mirar más allá de su propio placer.
Pero en contraste también nos habla de otro hombre llamado Lázaro, que no tenía para comer, mucho menos un lugar donde morar:
Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas,
y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas.
Lucas 16:20,21
Lázaro siempre estaba recostado de la puerta de ese lugar, pero también estaba lleno de llagas y este hombre era desechado por todas las personas que pasaban por allí.
Lo impresionante de este pasaje es que el rico lo veía a diario, pero nunca se conmovió de su situación. La indiferencia hacia el sufrimiento de los demás es uno de los pecados más comunes en la sociedad actual, donde muchas veces nos encerramos en nuestra comodidad olvidando la necesidad ajena.
Dice que este hombre rico siempre pasaba por donde estaba Lázaro, pero cada vez que él pasaba Lázaro deseaba que le diese de comer porque tenía hambre. Luego aconteció algo inevitable, que le pasa a cualquier persona, desde el más rico hasta el más pobre:
Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado.
Lucas 16:22
Lamentablemente, el dinero no nos puede salvar de la muerte y mucho menos de ser enjuiciado por nuestras malas obras:
Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno.
Lucas 16:23
Y los papeles se voltearon. Mientras en la vida el rico tuvo sus deleites y Lázaro pasaba por penurias, después de la muerte Lázaro disfrutaba y el rico sufría.
Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama.
Lucas 16:24
El clamor del rico refleja la desesperación de quien desperdició su vida en lo pasajero. Es un recordatorio de que después de la muerte no habrá oportunidad de cambiar el rumbo de nuestra eternidad.
Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado.
Lucas 16:25
Las cosas de este mundo se quedan aquí. Cuando mueres, no te puedes llevar nada. Luego de la muerte solo queda pagar por tus hechos o disfrutar si fuiste recto ante Dios. Y vemos en esta historia que Lázaro recibió su recompensa, mientras el rico era atormentado, sin ninguna esperanza de mejorar su situación.
El rico, al darse cuenta de que ya no había retorno, pensó en sus familiares:
27 Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre,
28 porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento.
Lucas 16:27-28
Aunque había ignorado a Lázaro en vida, ahora mostraba preocupación por sus hermanos. Sin embargo, esa súplica llega demasiado tarde, porque el tiempo de arrepentimiento es mientras tenemos vida.
29 Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos.
30 Él entonces dijo: No, padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán.
31 Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos.
Lucas 16:29-31
El final de esta historia es claro: la Palabra de Dios es suficiente para guiarnos a la salvación. Si la ignoramos, no habrá señal milagrosa que pueda convencernos. De ahí la importancia de leer, meditar y aplicar la Biblia en nuestra vida diaria.
Reflexión final
Después de la muerte no hay marcha atrás, tampoco hay nadie que testifique de lo que hay allá. Tenemos la Palabra de Dios y ella es la que da testimonio de lo que nos espera si seguimos o no los preceptos de Dios, así que debemos seguir el camino que ella nos muestra, para ser salvos de ese castigo.
La historia de Lázaro y el hombre rico nos enseña que la verdadera riqueza está en una vida en obediencia a Dios y en mostrar amor hacia los demás. La humildad, la compasión y la fe son tesoros que no se acaban y que tienen recompensa eterna.
Hoy es el momento de reflexionar sobre nuestra vida. ¿Estamos siendo como el rico, indiferentes al sufrimiento ajeno, o como Lázaro, confiando en Dios a pesar de las pruebas? La decisión está en nuestras manos mientras tengamos vida, pues después será demasiado tarde.