No entrará ninguna cosa inmunda en la Nueva Jerusalén

Jesús, quien murió por cada ser humano en este mundo, trajo consigo la libertad para que podamos elegir el camino hacia la salvación. Sin embargo, en la antigüedad, muchos decidieron desviarse hacia otros caminos, cometiendo maldades, abominaciones, fornicación, mentiras y actuando de manera impía.

Frente a todo esto, el libro de Apocalipsis, un texto profético lleno de simbolismo, relata cómo Juan, a quien Dios le ha mostrado lo que pronto acontecerá con la humanidad, habla de la gran promesa que el Señor ha hecho para todos aquellos que se arrepientan y estén inscritos en el libro de la vida.

Apocalipsis 21:27 establece claramente que en este libro se dirige un mensaje a cada iglesia. Dado los problemas que estaban surgiendo, Juan fue elegido para alentar a aquellos que debían mantenerse firmes en su fe en el Señor, manteniendo la esperanza en la promesa que pronto se cumpliría.

No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero.

Apocalipsis 21:27

Este mensajero fiel del Señor afirma de manera clara que lo que es inmundo no tendrá acceso al reino de los cielos, no heredará las cosas santas. Solo aquellos que decidieron mantenerse firmes hasta el día de la redención podrán entrar. Será un gran día en el que el Señor levantará a los fieles que permanecieron en Su palabra.

Los hombres malvados, todos sabemos lo que hacen, incluso provocan persecución a aquellos que viven bajo la fe en el Señor. Las mentiras y las malas conductas de estas personas son rechazadas por Dios mismo.

Hermanos en Cristo, si deseamos ver la promesa del cielo nuevo y la nueva tierra, debemos avanzar en la obra poderosa del Señor, siguiendo sus mandatos y pidiéndole ayuda para mantenernos firmes y que nuestro nombre sea llamado en ese día.

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Honrad a todos
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