En esta escritura, hablando del primer libro de Juan, en el capítulo 5, versículo 20, se nos expone el tema del conocimiento de la vida eterna. Juan, en este pasaje, comparte una profunda enseñanza acerca de este conocimiento, transmitiendo la sabiduría divina al pueblo. Esta enseñanza perdura en la actualidad y sigue siendo relevante para nuestras vidas.
A través de esta reflexión, comprendemos que conocer a Jesús implica sumergirse en Su sagrada palabra. Al hacerlo, iniciamos un proceso de acercamiento a Jesús, quien representa la vida eterna.
Juan utiliza una expresión que deja en claro que como hijos de Dios, la vida eterna reside en nosotros. Esto nos exhorta a mantener la fe, ya que en la confianza en Dios encontramos nuestra fortaleza.
Además, Juan aborda la idea de que aquellos que son del Señor se apartan del pecado, pues están ligados a Dios. Esta concepción abarca la realización de buenas obras, la propagación del evangelio de Cristo y el rechazo de las acciones malignas del enemigo.
Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna.
1 Juan 5:20
En el versículo anterior, Juan enfatiza que todo aquel nacido de Dios debe abstenerse de pecar y preservarse en la pureza, ya que al mantenernos limpios según la voluntad divina, evitamos que el enemigo ejerza su influencia sobre nosotros.
Juan nos recuerda que el mundo yace bajo la influencia maligna, por lo que aquellos que sirven a Dios deben mantenerse alerta. Nuestra identidad como hijos de Dios nos exige resguardar sus enseñanzas en nuestros corazones y evitar las falacias mundanas. Así, perseveramos en nuestra búsqueda espiritual y buscamos el auxilio del Señor para guiarnos.
