Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible.
Marcos 9:23
Es importante entender por qué Jesús pronunció estas palabras, a quién se dirigió y qué quiso enseñar con ellas. No fueron palabras al aire, sino una respuesta llena de poder, esperanza y enseñanza espiritual. Estas palabras del Maestro las encontramos en el evangelio según San Marcos capítulo 9, a partir del versículo 14. Allí se nos presenta una escena impactante: Jesús se acerca a una gran multitud que estaba discutiendo con los escribas.
La disputa surgió porque había un hombre desesperado que tenía un hijo poseído por un espíritu inmundo que lo atormentaba desde niño. Los discípulos habían intentado expulsarlo, pero no pudieron. Esa situación produjo incredulidad en los presentes y un ambiente de discusión entre los líderes religiosos. En medio de ese caos aparece Jesús, quien con su sola presencia trae calma y dirección.
Jesús se interesa directamente en el problema y hace una pregunta clave al padre del muchacho:
21 Jesús preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Y él dijo: Desde niño.
22 Y muchas veces le echa en el fuego y en el agua, para matarle; pero si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos.
Marcos 9:21-22
La respuesta del padre refleja dolor y angustia, pero también un rastro de fe. Él no duda de que Jesús pueda ayudar, pero se acerca con humildad y ruega por misericordia. Esta actitud es clave: reconocer nuestra incapacidad y clamar al Señor desde un corazón sincero. En medio de su desesperación, aquel hombre abre la puerta para recibir un milagro.
El espíritu inmundo buscaba destruir a aquel joven, lanzándolo al fuego o al agua, porque el propósito del enemigo siempre ha sido matar, robar y destruir. Sin embargo, lo que para el diablo era un plan de muerte, para Jesús era una oportunidad de mostrar el poder de Dios y enseñar una lección eterna: que la fe en Él abre la puerta a lo imposible.
Es en ese contexto que Jesús pronuncia las palabras más poderosas de este pasaje:
Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible.
Marcos 9:23
Con esta afirmación, Jesús no estaba prometiendo que el creyente podría cumplir cualquier capricho, sino que, dentro de la voluntad de Dios, la fe es la llave para ver lo sobrenatural. Creer en Dios es confiar en Su poder, en Su amor y en que Sus planes son perfectos. El problema no era la falta de poder de Jesús, sino la falta de fe de quienes lo rodeaban. Por eso, el Señor centra la atención en lo esencial: creer.
Inmediatamente después de estas palabras, Jesús reprende al espíritu inmundo y sana al muchacho, demostrando que nada es imposible para Dios. El padre pudo ver con sus propios ojos cómo la fe transforma lo imposible en realidad. Esta historia nos enseña que la fe no es un concepto abstracto, sino una convicción práctica que trae resultados visibles cuando confiamos plenamente en el Señor.
Hoy en día, muchas veces nos encontramos en situaciones similares: problemas que parecen no tener solución, cargas que nos agobian y realidades que nos hacen pensar que no hay salida. Pero este pasaje nos recuerda que el poder no está en nosotros, sino en Aquel en quien creemos. Si confiamos en Jesús, podemos estar seguros de que Él tiene el control y que no existe problema demasiado grande para Él.
Conclusión
Las palabras de Jesús: “Al que cree, todo le es posible”, siguen siendo válidas y vigentes hoy. No se trata de una frase motivacional, sino de una verdad espiritual: cuando depositamos nuestra fe en el Señor, nada es imposible porque el poder de Dios no tiene límites. El llamado es a creer, incluso cuando todo alrededor parece contradictorio. El padre del muchacho dudaba, pero se atrevió a clamar: “Creo, ayuda mi incredulidad” (Marcos 9:24). Esa también debe ser nuestra oración. No importa la magnitud de tu problema, si puedes creer en Jesús, podrás experimentar lo imposible. Recuerda: la fe mueve la mano de Dios, y en Sus manos todo es posible.