De la sabiduría obtenemos muchos beneficios los cuales nos ayudan día a día a que podamos avanzar en lo que tenemos pendiente en nuestras vidas. La sabiduría no es simplemente conocimiento humano o acumulación de experiencias, sino la capacidad de aplicar correctamente lo que sabemos conforme a la voluntad de Dios. Cuando vivimos con sabiduría, podemos tomar mejores decisiones, administrar mejor lo que tenemos y mantener la calma en medio de la dificultad.
La sabiduría es dada por Dios, por lo cual debemos agradecer a Dios, debemos honrar a Dios por esta maravillosa obra para con cada uno de nosotros. El hombre puede alcanzar títulos, acumular riquezas y ser reconocido en la sociedad, pero si no tiene la sabiduría que viene del cielo, está vacío. Por eso el libro de Santiago nos invita a pedir a Dios sabiduría, porque Él la da abundantemente y sin reproche. No hay nada más precioso que caminar guiados por el consejo del Señor.
Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría;
Y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia.
Proverbios 4:7
No nos vanagloriemos por esta obra manifestada por Dios hacia cada uno de nosotros, Él es quien da la inteligencia y sabiduría para que sepamos hacer las cosas, para que tengamos control cuando vayamos a hablar o hacer otras cosas. La sabiduría nos enseña a controlar la lengua, a ser prudentes en las decisiones y a actuar con paciencia. Pero si somos sabios en nuestra propia opinión, iremos de mal en peor, porque creeremos que estamos haciendo las cosas bien, incluso podemos sentirnos prosperados en todo, pero por ser malos administradores lo perdemos todo. La autosuficiencia nos lleva al fracaso, mientras que depender de Dios nos asegura un camino firme.
Engrandécela, y ella te engrandecerá;
Ella te honrará, cuando tú la hayas abrazado.
Proverbios 4:8
Un hombre sin sabiduría mira las cosas sin valor, desperdicia su tiempo y sus oportunidades, pero todos los que adquieren sabiduría de lo alto permanecen y siguen hacia adelante. La sabiduría nos da perspectiva para valorar lo eterno más que lo pasajero. El escritor de este libro fue un hombre bastante sabio, ya que vemos que él honraba la sabiduría por encima de todo. Salomón pidió sabiduría antes que riquezas o victorias militares, y esa elección agradó a Dios. ¿Y de quién viene la sabiduría? Viene únicamente de parte de Dios, que es la fuente de todo entendimiento verdadero.
Adorno de gracia dará a tu cabeza;
Corona de hermosura te entregará.
Proverbios 4:9
Esto es lo que provoca la sabiduría en nosotros, en que cada día nos veamos bien, sonrientes, amables, y cuando se presentan problemas no nos desesperamos. La sabiduría produce paz, paciencia y dominio propio. El sabio no se deja llevar por la ira ni por las emociones del momento, sino que analiza, ora y espera en el Señor. Esto no significa que no enfrentemos pruebas, sino que sabemos cómo enfrentarlas con la ayuda de Dios. El hombre sabio no es aquel que nunca cae, sino el que aprende de sus errores, se levanta y sigue adelante guiado por la Palabra.
La sabiduría también nos permite vivir en armonía con los demás. Nos enseña a ser justos, a perdonar, a valorar a las personas más que a las cosas materiales. Una familia donde hay sabiduría es una familia unida; una iglesia donde hay sabiduría es una iglesia fortalecida; una sociedad donde hay sabiduría es una sociedad que progresa con justicia. Por eso es tan importante pedir a Dios este don cada día y abrazarlo como un tesoro que nunca debemos soltar.
Si usted está falto de sabiduría, inteligencia, vaya delante de Dios, pídale y Él le dará. No se trata de fórmulas humanas, sino de una relación con el Creador. Él desea darnos dirección en cada aspecto de nuestra vida: en nuestras finanzas, en nuestras relaciones, en nuestro trabajo y en nuestro ministerio. Recordemos que la sabiduría es más valiosa que el oro y más preciosa que las piedras preciosas, porque con ella obtenemos vida abundante y bendición eterna. Abracemos, pues, la sabiduría que viene de lo alto y caminemos cada día guiados por el Espíritu Santo.