El justo y los pecadores

Hablar del justo en la Biblia es hablar de aquel hombre o mujer que ha decidido vivir en obediencia a Dios, guardando su Palabra y procurando cada día andar bajo la dirección divina. El justo no confía en sus propias fuerzas, sino que se apoya en el Señor, porque sabe que sus pasos están en manos de Aquel que todo lo conoce. Por eso, cuando la Escritura nos enseña que Dios conoce el camino del justo, nos está recordando que nuestra vida no está al azar, sino bajo un cuidado especial de nuestro Padre celestial.

El hombre justo Dios le conoce, sabe dónde está y hacia dónde va, porque Él conoce nuestro caminar. Él nos ve desde las alturas, sus ojos están puestos sobre nosotros.

Porque los que andan en integridad son amados por el Padre, porque hacen su santa voluntad, y buscan andar cada día bajo su presencia, haciendo todo lo que a Dios le agrada.

Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos,
Ni estuvo en camino de pecadores,
Ni en silla de escarnecedores se ha sentado;

Salmos 1:1

Este pasaje nos recuerda que la verdadera bienaventuranza no se encuentra en lo material, sino en caminar alejados de los consejos que nos apartan de Dios. Los consejos buenos no vienen de una persona que no hace el bien, sino de aquella que lo practica. Muchas veces, las malas influencias parecen inofensivas al inicio, pero lentamente pueden apartar nuestro corazón de lo que es recto. Es por eso que la Escritura advierte con tanta claridad sobre no andar en consejo de malos ni en el camino de pecadores.

Somos bienaventurados cuando no andamos en esos consejos que no nos ayudarán a avanzar en el camino del Señor, ni cuando nos juntamos con aquellos que les gusta hacer maldad a los demás. La vida cristiana se trata de elegir sabiamente nuestras compañías, porque estas tienen un fuerte impacto en nuestro carácter y en nuestra relación con Dios.

No así los malos,
Que son como el tamo que arrebata el viento.

Salmos 1:4

La diferencia entre el justo y el impío es muy clara. El justo está plantado como árbol junto a corrientes de agua, pero el malo es como el tamo que el viento arrastra, sin dirección ni estabilidad. Esto significa que el malvado, aunque aparente prosperar por un tiempo, al final no permanecerá porque su vida carece de fundamento en Dios. Tarde o temprano, el juicio de Dios revelará la realidad de sus obras.

El momento de los malos llegará, porque aun la palabra de Dios dice: Que no hay nada oculto que no se sepa, y nada secreto que no se llegue a saber, porque Dios sacará todo a la luz, y es por eso que el día de los malos llegará.

Por tanto, no se levantarán los malos en el juicio,
Ni los pecadores en la congregación de los justos.

Salmos 1:5

Dios es el defensor del justo, Él es su escudo y fortaleza, aun cuando los malos quieran levantarse delante de Dios serán avergonzados. Esta es una promesa de consuelo para los hijos de Dios: aunque pasemos por pruebas y parezca que el impío triunfa, la justicia del Señor prevalecerá y el justo será vindicado.

Porque Jehová conoce el camino de los justos;
Mas la senda de los malos perecerá.

Salmos 1:6

El Señor es el que conoce el camino del justo, Él es quien le guía para no caer en malos caminos, Él es su pastor, su sustento, porque la senda de los justos va a permanecer, pero todo aquel que ama y hace el mal perecerá.

En conclusión, el Salmo 1 nos presenta un contraste profundo entre dos estilos de vida: el del justo y el del impío. Uno camina bajo la bendición y protección de Dios, mientras que el otro termina en destrucción. La elección es clara: debemos buscar la justicia de Dios, rechazar los malos consejos y permanecer firmes en la Palabra. El justo tiene la seguridad de que Dios le conoce y le guarda, y esa es la mayor bendición que un ser humano puede tener.

Te recogeré con grandes misericordias
La salvación es del Señor