Posiblemente todos hemos leído sobre el profeta Jeremías y recordamos todas las situaciones a las que se tuvo que enfrentar en mucha ocasiones por ser profeta de Dios para el pueblo de Israel, pueblo que muchas veces se daba a sentir como corrupto y duro de oír, y esto convirtió muchos de los escenarios del profeta en amargos, duros, difíciles y humillantes.
La Biblia nos habla muy claro sobre Jeremías, desde su llamado para ser profeta hasta sus grandes profecías para que el pueblo de Israel entendiera las palabras de Dios, y nos habla de esos momentos amargos por los que tuvo que pasar por dar la Palabra de Dios. Imagínese por un momento que en la iglesia a la que usted asiste usted hable de lo que la Biblia dice y nadie quiera escuchar. A Jeremías le pasaba que él hablaba la palabra de Dios y el pueblo de Israel no quería escuchar, no creían en sus palabras y esto lo llevó a estar preso en ciertas ocasiones y a un nivel tan duro de impotencia y dolor que hasta tuvo que maldecir el día de su nacimiento.