Sin fe es imposible agradar a Dios

Indiscutiblemente la fe debe ser un pilar invaluable en la vida de un cristiano. ¿Qué es la fe? La fe es creer en algo sin ni siquiera haberlo visto llegar, y esta es nuestra fe, que creemos en Dios sin haberle visto y Cristo llama a aquellos que creen sin ver: «Bienaventurados». Esta es la importancia no negociable de la fe, creer en Dios sin haberle visto, y si nosotros no tenemos fe, entonces no podemos agradar a Dios de ninguna manera.

El escritor del libro de Hebreos nos habla mucho sobre la fe, dedica un capítulo completo para hablarnos de ello, el cual es el capítulo 11 del mismo libro, y es aquí cuando nos dice:

4 Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella.

5 Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios.

6 Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.

Hebreos 11: 4-6

Los versículos cuatro y cinco denotan la gran fe que tuvieron algunos hombres del pasado, tales como Abel, el cual la Biblia nos relata que ofreció un excelente sacrificio y mediante ello alcanzó testimonio de que era justo, también nos habla de Enoc, quien da testimonio de haber agradado a Dios. Y en el libro de Hebreos no solo nos habla de estos dos hombres, sino que nos menciona otros más, tales como Moisés, el cual prefirió el martirio junto al pueblo de Israel que las riquezas de Egipto.

Pero, ¿debemos solo mirar desde el horizonte la gran fe de aquellos hombres? ¿Nos quedaremos leyendo las grandes historias y contemplando desde lejos? ¡No! Tenemos que estar de cerca, contemplar, admirar, palpar aquella misma fe, creer en Dios como aquellos hombres, creyendo contra todo pronóstico y aguardando la fe aun en la tempestad más dolorosa.

Amigos, sin fe es totalmente imposible agradar a Dios. Sigamos encendiendo las llamas de nuestra fe y prosigamos al blanco, mirando a Cristo.

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El consuelo del Señor alegra mi alma