La falsa promesa: «nada te tocará»

Hoy en día tenemos una nueva corriente que nos dice que nada nos tocará, que nada nos puede hacer el frente, que somos hijos e hijas de Dios, que nacimos para reinar, que no podemos ser pobres porque nuestro Dios es dueño de la plata y del oro, que no debemos el por qué tener adversidades y un montón de cosas más que nos tomaría varias páginas de estas para poder escribirlas. Mas, ¿qué nos dice la Biblia sobre el sufrimiento? ¿Es cierto esto que nosotros como hijos de Dios no tenemos razón por la cual sufrir?

Uno de los mayores problemas que sufre la iglesia de hoy en día es que solo escucha lo que los predicadores dicen y lo aceptan, pero no vemos una manera de discernir si lo que el predicador está diciendo es verdad. Debemos tomar en cuenta que aquellas personas que se paran en el altar son hombres de carne y hueso y tienden a fallar, no podemos bajo ninguna circunstancia ir a la ciega creyendo que todo lo que nos dicen es verdad.

En la Biblia tenemos cientos de ejemplos de hombres que sufrieron por la gracia de Dios. ¿Se imagina usted todo lo que sufrió nuestro gran líder Moisés con el pueblo de Israel para al final no ver la tierra prometida? ¿Ha leído usted la famosa historia de José, aquel joven que sufrió multitudes de padecimientos para luego establecerse como segundo mandatario de Egipto? También nos encontramos la situación de Job, la Biblia lo describe como:  Hubo en tierra de Uz un varón llamado Job; y era este hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal (Job 1:1).

La Biblia describe a Job como un buen siervo de Dios, no nos hace mención de algún pecado que haya cometido antes de la tragedia sucedida, sin embargo, Job fue procesado por el mismo Dios y perdió todo lo que poseía, ¿qué vemos aquí? ¿Por qué un hombre tan brillante como Job sufrió todas estas calamidades? ¿Acaso le faltaba más integridad que la que tenía? La respuesta es no, lo que debemos comprender es que Dios siempre hace como Él quiere; el ser humano no quiere pasar calamidades, nosotros siempre queremos estar cómodos, pero la mano de Dios muchas veces nos azota para que en momentos así entendamos cuanto necesitamos de Él en cada momento de nuestras vidas.

Nunca debemos creer en la falsedad de que no podemos ser tocados por nada, estos pocos hombres que hemos mencionado anteriormente fueron hombres que amaron a Dios sobre todas las cosas y no estuvieron exentos del sufrimiento.

El personaje más trascendental que podemos encontrar es nuestro amado Señor Jesucristo, el cual perdió todo por nuestra causa, padeció todo lo que se pudiera padecer y es el sello de la perfección misma. ¿A caso somos nosotros mejores que Cristo? De ninguna manera queridos hermanos.

Hay muchos versos en la Biblia que tratan directamente con nosotros como pueblo de Dios hablándonos de las cosas que hemos de pasar, haremos mención de algunos de ellos:

Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda consolación, quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que con el mismo consuelo que de Dios hemos recibido, también nosotros podamos consolar a todos los que sufren.

2 Corintios 1:3-4

Y después de que ustedes hayan sufrido un poco de tiempo, Dios mismo, el Dios de toda gracia que los llamó a su gloria eterna en Cristo, los restaurará y los hará fuertes, firmes y estables.

1 Pedro 5:10

De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros.

Romanos 8:18

Pues los sufrimientos ligeros y efímeros que ahora padecemos producen una gloria eterna que vale muchísimo más que todo sufrimiento.

2 Corintios 4:17
Y hablando de aquellos hombres del pasado el escritor de los Hebreos en el capítulo 11 nos dice:

36 Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles.

37 Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados;

38 de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra.

39 Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido;

40 proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros.

Todo esto es demostración de que nosotros también padecemos persecución, vituperio y un montón de cosas por la causa de Cristo, no somos un pueblo intocable como muchos predicadores han querido pintar hoy en día, somos un pueblo que padece la misma marca que Cristo: «sufrimiento».

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