El salmista David siempre hablaba acerca de lo que vivía en todo su entorno, es por eso que habla del hombre malo, de aquel se aíra y de aquel que mantiene su corazón enojado.
El salmista exhorta a todos a desechar la ira y el enojo porque en verdad una persona enojada puede cometer imprudencia, es por eso que no deber estar empeñada en hacer lo malo:
Deja la ira, y desecha el enojo;
No te excites en manera alguna a hacer lo malo.
Salmos 37:8
David dice, «no te impacientes causa de los malignos, ni tengas envidia de lo que cometen tales males». Es evidente que el salmista nos alerta de la falta de moral de todos los que cometen iniquidad, nos aconseja a no tener envidia de esta clase de personas.
El hombre maligno siempre tiene sus pensamientos corrompidos y hace todo lo que sus pensamientos le dicta, es envidioso, la ira y el enojo siempre están en él.
Es por eso que debemos pedirle siempre a Dios paciencia para no airarnos ni enojarnos cuando se presenten ciertas situaciones, pues estos estados de emoción pueden llevarnos a cometer pecado. Pidamos esto siempre a Dios para que nos vaya bien, amén.