Los procesos y aflicciones son parte de lo que muchas veces debemos pasar en este mundo de aflicción, pues, si en este mundo todo fuese fácil, ¿para qué esperar en una herencia celestial? Pero, en medio de estas aflicciones tenemos a un Dios que nos da una paz que sobrepasa todo entendimiento.
Querido lector, independientemente de cuál sea la dificultad en la que nos encontremos, podemos decir a todo pulmón que el Señor Dios es nuestra ayuda, nuestro socorro en la tribulación, nuestro refugio en la tormenta y nuestra esperanza cuando ya no tenemos fuerzas. David reconoció bien esto al decir: