Desear estar en los lugares que Cristo Jesús preparó para nosotros es algo que debe estar latente siempre en nuestros corazones. No te dejes seducir por promesas de prosperidad aquí en la tierra, esas personas que prometen tales cosas lo hacen para que tú les des una ofrenda y enriquecerse ellos mismos: «¡Pacta y serás bendecido!». Dicen ellos. «Dame las llaves de tu vehículo, tu casa, títulos de propiedad, prendas, y Dios te los multiplicará». Amados, Dios bendice a quien quiere, no es necesario que le entregues a un mortal lo poco que tienes para que seas bendecido por Dios.
¿Por qué hablamos del tema de la prosperidad? Porque quitar las miradas de las cosas terrenales y ponerlas en las cosas de arriba es algo que debemos hacer urgentemente para que no quitemos la mirada de nuestro amado Cristo Jesús. Las riquezas materiales no son malas, muchos personajes de la Biblia fueron ricos, pero, si en algún momento llegamos a ostentar cantidad de bienes y lujos, que esto no sea impedimento para recordar que nos espera una morada celestial. Pablo habla unas palabras hermosas sobre estas cosas: