Recuerdo una actividad en la que estuve hace varios años, la persona que estaba predicando dijo: «Si eres débil, este lugar no es para ti, te puedes ir». Me indignaron mucho esas palabras, pues es demasiado arrogante ver cómo personas piensan que ellos son fuertes y que los demás son débiles.
Ser débil en el sentido espiritual posee una gran ventaja y es que esa debilidad nos lleva a no depender de nosotros mismos ni de nuestras propias fuerzas para la batalla, sino de las fuerzas de alguien mucho más superior: Jesucristo.
La Biblia dice:
Forjad espadas de vuestros azadones, lanzas de vuestras hoces; diga el débil: Fuerte soy.
Joel 3:10
«Diga el débil: fuerte soy», y claro, en el Señor somos fuertes, más que victoriosos, pero esto comienza reconociendo que somos débiles, que sin Dios siquiera podríamos levantarnos o hacer algo tan simple como tomar un vaso de agua,
Oh amado lector, somos débiles delante del Señor, necesitamos de Él, no podemos pensar que somos lo suficientemente sabios, lo suficientemente ricos o demasiados fuertes, debemos comprender que en cada una de nuestras facetas necesitamos de un Dios, el cual es fuerte y poderoso, que suple de fuerzas al que no tiene ningunas. Ese Dios, que aún nosotros siendo débiles podemos ser fuertes en Cristo Jesús nuestro Redentor.