Nosotros como hijos de Dios, recibimos ricas y abundante bendiciones de Él, pero también a veces nos descuidamos en nuestras vidas espirituales tanto que vamos decayendo poco a poco, y ya no estamos cerca de Dios aunque Dios nunca se ha alejado de nosotros.
Por eso no debemos descuidarnos porque el enemigo de las almas está acechando cualquier descuido para atacarte y ser tu acusador. Pero algo más que puedes hacer en medio de ese problemas es humillarte y clamar al Señor para que envíe fuerzas y llene tu espíritu para que puedas caminar y avanzar en la lucha que día a día nos enfrenta.
Las dificultades son parte de nuestras vidas, no temamos a nada de estas cosas porque Dios está con nosotros como poderoso gigante, nada es difícil para nuestro Dios. Pidamos a Él y no nos rechazará y ni nos dejará en vergüenza. Dios es poderoso.
Muchos hombres de la antigüedad sufrieron y fueron maltratados. Ellos también tuvieron su decaída en el camino, pero se humillaban a Dios y pedían a Dios que le fortaleciera para poder seguir en la lucha que les enfrentaba día tras día.
1 Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas,
Así clama por ti, oh Dios, el alma mía.
2 Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo;
¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?
Salmos 42:1-2
Debemos cada día clamar al Señor porque de Él viene todo lo que somos. Dios es nuestra fortaleza, nuestro sustento sólo viene de Él. Debemos acudir a Él todos los días.