David, hombre temeroso de Dios, siempre mantenía plena comunión con Dios, aún en sus procesos más difíciles clamaba a Dios para que Él escuchara su súplica y así pasaba.
En los momento mas difíciles es en los cuales debemos agarrarnos más y más de Dios, creer y confiar en Él, no desmayar, sino que confiar a Dios todo lo que somos y todo lo que tenemos.
Decía yo en mi premura: Cortado soy de delante de tus ojos; Pero tú oíste la voz de mis ruegos cuando a ti clamaba.
Salmos 31:22
En el comienzo del Salmo 31, vemos a David pidiéndole a Dios que en su justicia lo librara de sus enemigos, de sus angustiadores. Pero podemos notar algo muy importante, y es que el Salmista David nunca dejaba de mencionar el nombre de Dios.
Algo muy importante que podemos ver es que Dios, siempre estaba presente a la súplica del Salmista David, Él le escuchaba y le guardaba y limpiaba su camino de toda piedra de tropiezo.
Cuando el salmista cometía una infracción delante de Dios, iba delante de Su Presencia y reconocía que había pecado contra Él.
Amad a Jehová, todos vosotros sus santos; A los fieles guarda Jehová, Y paga abundantemente al que procede con soberbia.
Salmos 31:23
Es buena esta declaración que hizo este hombre delante de Dios, ya que en el pueblo de Israel habían muchos hombres desobedientes, estos a veces hacían lo que querían, por eso David manda a que todos los santos amen a Dios, porque Jehová los guarda, pero los hombre malos y con soberbia, a estos Dios le castiga.
Esforzaos todos vosotros los que esperáis en Jehová, Y tome aliento vuestro corazón.
Salmos 31:24
Cuando estamos desanimados y llegan palabras de aliento a nuestra vida, estas nos levantan y nos restauran en gran manera, porque Dios es Dios, y Él nos ayuda a seguir adelante. No desesperemos ni desmayemos, porque, el que está en los cielos nos guarda, esforcémonos y esperemos fielmente a Dios, porque un día Él vendrá en nuestro socorro.