El libro de Isaías contiene un capítulo que inspira confianza al siervo de Dios, dejándole claro que el Señor está cerca de Sus siervos, y que aunque muchos quieran contender contra ellos o incluso luchar, nuestro Dios vendrá en nuestra salvación.
Este capítulo hace un paralelo con la persona de Jesús, aludiendo a las acusaciones que le hacían cuando predicaba o corregía lo que estaba mal. Quienes se consideraban supuestos príncipes de la ley murmuraban contra Él.
Así como el Padre estuvo con cada uno de Sus siervos en diferentes épocas, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, también nuestro Señor fue fortalecido en sus momentos más difíciles. Esto fue motivo de gozo, porque de esa manera nos enseñó que nuestro Salvador está cerca de nosotros.
Cercano está de mí el que me salva; ¿quién contenderá conmigo? Juntémonos. ¿Quién es el adversario de mi causa? Acérquese a mí.
Isaías 50:8
¿Dónde estaríamos si nuestro Salvador no estuviera cerca de nosotros día tras día? Nuestro escudo y defensa vienen del Señor. Él ayuda a Sus siervos a perseverar, a ser fieles y a creer que su Salvador está cercano a ellos.
¿Acaso te sientes inseguro porque te has alejado del Señor? Entonces acércate a Él y búscale, porque Él es tu única esperanza. Solo Él puede salvarte de quienes te avergüenzan y oprimen. Confía, y Dios abrirá camino delante de ti.
El profeta Isaías, al escribir estas palabras, no solo hablaba del pueblo de su tiempo, sino también de todos los que vendrían después, de cada siervo que sufriría por causa de la justicia. En este pasaje se revela una profunda verdad: Dios no abandona a los suyos. Aunque las circunstancias sean duras o los enemigos se levanten con fuerza, el Señor siempre permanece cerca, dispuesto a defender a aquellos que confían en Él.
Cuando Isaías dice: “Cercano está de mí el que me salva”, no es solo una frase de consuelo; es una declaración de fe. En medio de las pruebas, el siervo de Dios afirma su confianza plena en el poder del Señor. Esa misma confianza es la que necesitamos mantener en nuestro caminar cristiano, recordando que el auxilio divino no llega tarde, sino en el momento justo.
A lo largo de la historia bíblica, vemos cómo esta verdad se cumple una y otra vez. Moisés fue sostenido frente a Faraón, David fue librado de sus enemigos, Daniel fue protegido en el foso de los leones, y los apóstoles fueron fortalecidos en medio de la persecución. Todos ellos experimentaron lo que Isaías proclamaba: que el Dios que salva está cerca.
De igual forma, nosotros debemos recordar que no hay adversario que pueda prevalecer cuando Dios está de nuestro lado. La batalla puede parecer difícil, pero el creyente que pone su fe en el Señor nunca queda en vergüenza. Las luchas del alma, las preocupaciones del día a día y los ataques espirituales se vuelven pequeños cuando reconocemos que el Salvador pelea nuestras batallas.
Por eso, cuando te sientas débil o confundido, vuelve tu mirada a las promesas del Señor. Él no solo está contigo, sino que pelea por ti. La cercanía de Dios no depende de tus méritos, sino de Su amor inquebrantable. Isaías nos invita a vivir con esa seguridad, sabiendo que quien nos defiende nunca duerme y jamás pierde una batalla.
El enemigo puede intentar desanimarte o hacerte creer que estás solo, pero recuerda que “el que está contigo es mayor que el que está en el mundo” (1 Juan 4:4). Esa es la esperanza que fortalece el corazón del creyente y lo mantiene firme incluso en medio de las pruebas más duras. Dios no está lejos, Él está presente, guiando cada paso de tu camino.
Por tanto, mantén tu fe viva, aunque los vientos soplen con fuerza. No temas, porque tu Salvador sigue estando cerca. Él te defiende, te levanta y te sostiene con Su poderosa mano. Así como Isaías proclamó la cercanía de Dios, nosotros también podemos afirmar con plena certeza: “El que me salva está conmigo, y nada podrá separarme de Su amor”.
Que estas palabras te sirvan de recordatorio diario: cuando el mundo te dé la espalda o los problemas parezcan abrumadores, el Señor seguirá siendo tu refugio seguro. Él es tu defensor, tu escudo y tu victoria. Solo en Él encontrarás la fuerza para continuar y la paz que tu corazón necesita.

