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¿Crees que Dios se va a quedar de brazos cruzados? ¡Estás equivocado!

Acontecerá en aquel tiempo que yo escudriñaré a Jerusalén con linterna, y castigaré a los hombres que reposan tranquilos como el vino asentado, los cuales dicen en su corazón: Jehová ni hará bien ni hará mal.

En el libro de Sofonías nos encontramos con palabras de juicio que venían sobre el hombre, ya que creían que Dios estaba muy lejos y no veía su pecado. Ellos decían que Dios no haría ni bien ni mal. Pero ¿sabes qué? Estaban equivocados.

Las palabras que Sofonías daba de parte de Dios hablaban de un juicio que llegaría y encontraría a los hombres en su total tranquilidad. Esta ciudad sería escudriñada con linternas por todas partes para que nadie pudiera escapar de lo que venía.

Ellos estaban muy seguros de que la mano poderosa de Dios no caería sobre ellos, pero estaban equivocados. En el capítulo 1, verso 12, Dios declara lo que haría con ellos. Veamos:

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Acontecerá en aquel tiempo que yo escudriñaré a Jerusalén con linterna, y castigaré a los hombres que reposan tranquilos como el vino asentado, los cuales dicen en su corazón: Jehová ni hará bien ni hará mal.

Sofonías 1:12

El juicio que Dios había decretado para destruir a todos los que le habían desobedecido era tan fuerte que, aunque intentaran esconderse, serían hallados con linternas y reflectores. Con esto, Dios dejaba en claro que, aunque se ocultaran bajo una peña o debajo de la tierra, de ninguna manera escaparían de Su ira y Su juicio.

Muchas personas, tanto en tiempos pasados como en la actualidad, han pensado que Dios ve el pecado y se queda de brazos cruzados, como si no fuera a hacer nada. Pero esto es un grave error. Dios no permitirá que el pecado reine sin control ni que quede sin castigo.

Dios es poderoso y nada se le escapa. Tomemos esto en cuenta y tengamos mucho cuidado. Dios no puede ser burlado; Él está mirando al ser humano desde lo más alto de los cielos.

¡Dios te bendiga!

El mensaje del profeta Sofonías sigue siendo actual. Su advertencia fue dirigida a un pueblo que había olvidado a su Creador y se había acostumbrado a vivir sin temor de Dios. Muchos hoy día viven de la misma forma, pensando que la justicia divina es solo un concepto simbólico o una historia antigua sin consecuencias reales. Sin embargo, las Escrituras nos recuerdan que el Señor sigue siendo el mismo: santo, justo y fiel a Su palabra.

El pueblo de Judá pensaba que su prosperidad y tranquilidad eran señales de aprobación divina. Pero Sofonías los confronta con la realidad de su pecado. Ellos confiaban en sus riquezas y en sus murallas, creyendo que nada podría sacudir su estabilidad. No obstante, cuando el hombre se acomoda en su pecado, corre el peligro de endurecer su corazón y perder la sensibilidad espiritual que lo lleva al arrepentimiento.

En este sentido, el mensaje del profeta nos invita a reflexionar sobre nuestra propia vida. ¿Estamos viviendo de manera que agrada a Dios, o nos hemos acostumbrado a la indiferencia espiritual? A veces, la tranquilidad puede ser una falsa señal de seguridad. Dios puede permitir el silencio antes del juicio, no porque no vea, sino porque está dando tiempo para el arrepentimiento.

La figura de la linterna en el texto es profundamente simbólica. Representa la mirada penetrante de Dios, que escudriña cada rincón del corazón humano. No hay lugar oscuro donde el Señor no pueda entrar, ni pensamiento oculto que Él no pueda conocer. Su luz revela lo que el hombre intenta esconder: las intenciones, los deseos y los pecados secretos que solo Él puede juzgar con justicia.

Por eso, el llamado es claro: debemos humillarnos delante de Dios y reconocer que Él tiene el control absoluto sobre todas las cosas. El Señor no es indiferente al mal ni ignora la injusticia. Cada acto de rebelión, cada palabra vana, cada decisión apartada de Su voluntad será tomada en cuenta. Pero al mismo tiempo, Dios ofrece perdón y misericordia a quienes se vuelven sinceramente a Él.

Así como en los días de Sofonías, también hoy Dios está llamando a los hombres y mujeres de todas las naciones al arrepentimiento. Su deseo no es destruir, sino restaurar. El juicio viene como consecuencia del pecado, pero la gracia está disponible para todo aquel que decide dejar su vida de maldad y buscar la presencia del Señor.

Recordemos siempre que Dios no se complace en el castigo, sino en la salvación. Cada día es una nueva oportunidad para volvernos a Él, reconocer nuestros errores y vivir conforme a Su palabra. Que no nos encuentre confiados en nuestras propias fuerzas, sino humildes ante Su grandeza, sabiendo que Su luz escudriña todo y Su amor transforma a quienes lo buscan con un corazón sincero.

Él guarda los pies de sus santos
Siguiendo a Dios como el amanecer
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