El Señor es mi fortaleza

La confianza y la fe que tenía el profeta Habacuc eran grandes delante del Señor. La oración que este hombre de Dios realizó en Habacuc 3 le ayudó en gran manera a fortalecer su fe y confianza en el poder del Señor todopoderoso.

Es claro que la fuerza del profeta no provenía de las higueras, las vides, los campos ni los rebaños, porque él estaba consciente y seguro de que su fuerza venía de parte de Dios.

La oración del profeta, sobre Sigionot, era un clamor pidiendo avivamiento para el pueblo, ya que deseaba una vez más ver el poder de Dios derramado sobre ellos. Y sabía que, orando al Señor, esa obra tan maravillosa podía suceder.

Jehová el Señor es mi fortaleza, El cual hace mis pies como de ciervas, Y en mis alturas me hace andar.

Habacuc 3:19

La confianza del profeta en Dios era firme, ya que él pedía al Señor, y el Señor le respondía y le ayudaba. Por eso vemos esta declaración tan poderosa. Es bueno reconocer que, con nuestras propias fuerzas y obras, las cosas no salen bien, y estas se desgastan. Por ello, el profeta reconocía que su fortaleza no provenía ni de la higuera ni de los campos, sino únicamente del Señor.

Hermanos en Cristo, ninguna obra ni fuerza puesta por nosotros mismos puede perdurar. Sin embargo, si clamamos al Señor, como lo hizo el profeta, pidiendo avivamiento y declarando con fe: “Tú eres mi fortaleza, el que hace mis pies como de ciervas”, podemos dar gracias al Señor, porque Su obra y Su fortaleza nos sostienen cada día.

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En quietud y en confianza será vuestra fortaleza
Los impíos serán cortados de la tierra

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