¿Has escuchado alguna vez la frase «el fin justifica los medios»? Muchos la utilizan justamente para justificar sus hechos, alegando que no importa el medio, la forma o la práctica siempre y cuando se llega a lograr lo propuesto. Este es el mismo pensamiento del pragmatismo, mas no el pensamiento teológico que debería regir a los siervos de Dios.
De seguro has entrado a las redes sociales y ves acciones cometidas por personas que son supuestamente cristianas y te preguntas por qué hacen esas cosas. La respuesta es lamentable pero muy sencilla: El algoritmo. Ese tipo de personas que dicen ser cristianas son el producto del algoritmo, de lo que les ha resultado, mas no de lo que es piadoso y puro ante Dios, como dice Pablo en filipenses:
8 Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.
9 Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros.
Filipenses 4:8-9
Internet ha sido de gran provecho para que el reino de Dios se expanda, eso es un hecho que nunca podremos negar. Pero también es cierto que se ha convertido en un arma para que el evangelio sea distorsionado, avergonzado y desacreditado por personas que no buscan que el reino de Dios crezca, sino más bien que ellos puedan crecer, tener visualizaciones y ser conocidos por todo el mundo, pero, ¿a qué precio?
Muestra de eso es ver cómo muchos hermanos en las redes sociales se tiran los trapos al suelo, ¿por qué? Porque saben que el algoritmo los premiará, porque la gente ama el chisme. Con actuaciones como estas olvidan capítulos de la Biblia como primera de Corintios 6, donde nos habla que las cosas íntimas de la Iglesia no deben ser llevadas ante tribunales que no son cristianos, en pocas palabras, cosas íntimas De la Iglesia no deben estar siendo compartidas con quienes no son de la Iglesia.
No seamos producto del algoritmo, seamos producto de lo que Dios quiere para nosotros lo cual está contemplado en Su Palabra. No somos productos de la internet, somos siervos de Cristo comprados a un precio muy alto, esto, a precio de sangre. Comprendamos nuestro llamado y actuemos como es digno ante un mundo que va en declive.