En este capítulo 25 del libro de los Salmos, podemos ver que el salmista David pide a Dios protección, perdón y, sobre todo, dirección para poder andar recto delante del Señor y apartar el pecado de su camino. Por eso, también suplica que la misericordia de Dios lo guarde.
En el versículo 5, notamos que David le pide a Dios que se acuerde de su bondad y de su misericordia, diciendo: «No te acuerdes de mis rebeliones«. David sabía que era mejor apelar a la bondad de Dios que enfrentarse al juicio por sus transgresiones.
Es importante observar estas palabras del salmista. Por su humildad y arrepentimiento, Dios acudía en su socorro y lo libraba de sus pecados.
De los pecados de mi juventud, y de mis rebeliones, no te acuerdes;
Conforme a tu misericordia acuérdate de mí,
Por tu bondad, oh Jehová.
Salmos 25:7
Debido a las muchas fallas cometidas por ese hombre que fue seleccionado por Dios como rey para guiar al pueblo de Israel, David se humillaba y pedía la misericordia de Dios, porque sabía que había fallado ante Aquel que lo había llamado.
Todos los días de nuestras vidas debemos pedirle a Dios que perdone nuestros pecados, que nos cubra con Su gran misericordia y nos rodee con Su bondad. Así, como el salmista, también podremos decir: «De los pecados de mi juventud, oh Señor, no te acuerdes de mis rebeliones, porque solo Tú me haces vivir confiado, y sin Ti no podré sobrevivir. Conforme a Tu misericordia, acuérdate de mí.»