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El que en integridad camina será salvo

El que en integridad camina será salvo; Mas el de perversos caminos caerá en alguno.

El capítulo 28 versículo 18 del libro de proverbios nos muestra acerca de qué pasará con aquel que camina en integridad. Si andas en integridad, serás salvo. Sin embargo, podemos decir que este verso no se refiere a una salvación eterna, sino a ser salvo de una situación o calamidad.

Este verso también hace referencia al hombre de perverso corazón. Sabemos bien que el hombre de corazón impuro será castigado por Dios. Su camino traerá calamidades y no podrán ser salvos; caerán en errores día tras día.

Este capítulo nos enseña que todo hombre que ande en integridad acarreará bendiciones y será salvo de situaciones difíciles y de no caer en calamidades.

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El que en integridad camina será salvo;
Mas el de perversos caminos caerá en alguno.

Proverbios 28:18

Un hombre perverso y de mala conducta practica maldad y se vuelve una persona impura. Todo lo que hace no prosperará porque su corazón y su mente están lejos del bien. No llegará a él bendición ni será salvo de las calamidades que vendrán pronto a su vida.

Es claro, y así como lo explica este capítulo 28 de Proverbios, que todo el bien que el hombre puede tener cuando actúa con buena conducta delante del Señor. Dios será tu protección y escudo, serás librado de toda calamidad. Así que, hermanos en Cristo, sigamos en integridad y seremos beneficiados por la bondad y misericordia de Dios.

La integridad es uno de los valores más importantes que una persona puede tener. No se trata solo de hacer lo correcto cuando otros nos observan, sino también de mantenernos firmes en la verdad cuando nadie nos ve. Caminar en integridad es andar con transparencia, sin doblez, con un corazón puro delante de Dios. Cuando vivimos así, el Señor nos guarda de tropiezos y nos libra de muchas consecuencias dolorosas que suelen venir por decisiones equivocadas.

El proverbio nos recuerda que aquel que se mantiene íntegro experimentará la salvación en sus caminos. Esto no necesariamente significa ser librado de todo problema, pero sí de caer en trampas, engaños o decisiones que destruyen la vida. La integridad trae consigo estabilidad, honra y paz interior, mientras que el camino del perverso se caracteriza por el desorden, la confusión y la ruina. Dios observa los corazones, y Él mismo se encarga de proteger a quienes viven con rectitud.

Muchos buscan prosperar rápidamente o alcanzar éxito a costa de comprometer sus valores. Sin embargo, el libro de los Proverbios nos advierte que ese tipo de éxito es temporal y termina en calamidad. El hombre perverso puede tener momentos de aparente triunfo, pero su final será de destrucción. En cambio, el hombre íntegro, aunque parezca avanzar lentamente, construye sobre una base firme, y su recompensa será duradera.

Cuando decidimos caminar en integridad, estamos eligiendo la verdad, la justicia y el temor de Dios. Esto implica ser sinceros en nuestras palabras, justos en nuestras acciones y fieles en nuestros compromisos. El hombre íntegro no necesita aparentar, porque su confianza está en Dios, y Él se encarga de respaldar sus pasos. La integridad, por lo tanto, es un escudo que nos protege de caer en errores graves o de ser atrapados por la maldad del mundo.

El apóstol Pablo también habla de esta virtud en sus cartas, exhortando a los creyentes a andar de manera digna del llamado que han recibido. Vivir en integridad es una forma de testimonio ante los demás, porque el mundo necesita ver ejemplos reales de fe y coherencia. Cuando alguien actúa con integridad, está mostrando el carácter de Cristo reflejado en su vida diaria.

Por eso, debemos examinar nuestro corazón y asegurarnos de que nuestras intenciones sean puras. Dios no solo mira nuestras obras, sino las motivaciones que hay detrás de ellas. Si actuamos con humildad y sinceridad, Él se encargará de librarnos de la adversidad y de mostrarnos el camino correcto en medio de cualquier circunstancia.

En conclusión, este pasaje de Proverbios 28:18 nos enseña que la integridad no solo protege nuestra vida espiritual, sino también nuestras relaciones, decisiones y futuro. El hombre que camina rectamente puede tener la certeza de que Dios lo guardará, mientras que aquel que vive en engaño se dirige inevitablemente hacia la caída. Que cada uno de nosotros decida andar en integridad, confiando en que el Señor recompensará a los que le son fieles y apartará de todo peligro a los que caminan bajo su voluntad.

De esta manera Dios puede tener misericordia del impío y el inicuo
Calamidad caerá de repente sobre el malo
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