Hay que reconocer que el malvado obtiene muchos beneficios mal habidos y que en el momento ríe y lo disfruta, pero ellos también saben que su calamidad viene, y esto nadie puede detenerlo, ya que es juicio de parte del Señor.
Esta es una amonestación contra la pereza y la falsedad que hoy día reina en un sinnúmero de corazones. A estos pronto les caerá la calamidad y pagarán por sus hechos; serán castigados porque sus corazones y sus mentes están puestos en hacer maldad.
Salomón habla sobre la característica del hombre que es perverso y malvado, aquel cuyos pensamientos están desviados. Esta es la forma pecaminosa del hombre malo. Desde su interior brota la intención de causar daño, de mentir, de engañar y de obtener ventajas injustas a costa de los demás. Este tipo de actitud no pasa inadvertida ante los ojos de Dios, pues Él pesa los corazones y conoce cada una de las intenciones del hombre.
Es por eso que este capítulo pone el inicio de cómo el hombre comienza, y este es el hombre perezoso:
Por tanto, su calamidad vendrá de repente; Súbitamente será quebrantado, y no habrá remedio.
Proverbios 6:15
Las características utilizadas por Salomón están muy claras: el hombre que es perezoso no quiere trabajar dignamente, más bien tener todo fácil, y esta es una forma muy inútil para un hombre así. Pero todo da un giro grande porque sus pensamientos son de maldad. El perezoso prefiere el camino corto, el engaño, el soborno o la manipulación antes que el esfuerzo honesto. En su mente, el éxito rápido parece más valioso que la integridad. Sin embargo, Dios enseña que el verdadero fruto proviene del trabajo honesto, de la paciencia y de la rectitud del corazón.
Un hombre con una boca perversa, pues de su boca salen palabras desordenadas y llenas de fragmentos que ocasionan lecciones muy fuertes y destructivas. Sus palabras hieren, causan división y confusión. La lengua del perverso es comparada en la Biblia con un fuego que consume todo a su paso, porque destruye familias, amistades y comunidades enteras. Es por eso que el sabio Salomón aconseja cuidar las palabras, porque en ellas hay poder para edificar o destruir.
El hombre perverso será castigado grandemente; caerá calamidad de repente y será quebrantado por su corrupción y por los daños ocasionados. Para tales mentes no habrá remedio. No se trata de un castigo caprichoso, sino del resultado natural de sus acciones. Quien siembra engaño, recoge dolor; quien siembra injusticia, cosecha ruina. Así es la ley moral establecida por Dios desde el principio: cada uno recibirá conforme a sus obras.
Por eso, este pasaje también es una llamada a la reflexión. Debemos examinarnos constantemente para no caer en los mismos errores. La pereza espiritual y moral puede llevar al corazón a endurecerse, y poco a poco el hombre puede desviarse del camino de la verdad. Dios no quiere destruir al pecador, sino que se arrepienta y vuelva al camino correcto. Si alguien hoy reconoce su error, aún hay tiempo de cambiar, de buscar la sabiduría y de andar en justicia.
Recordemos que la sabiduría de Dios siempre muestra un contraste entre el justo y el impío. El justo es prudente, trabajador y temeroso del Señor; el impío, en cambio, vive confiado en su propio entendimiento. Pero la recompensa de cada uno será distinta: mientras el justo será sostenido por la mano de Dios, el malvado será quebrantado sin remedio. Que este pasaje nos motive a vivir con integridad, a evitar la falsedad y la pereza, y a buscar siempre la justicia que proviene del Señor.

