El impío toma PRESTADO, y NO PAGA

En el salmo 37, David habla del camino de los hombres malos. Al inicio de este capítulo, podemos ver lo que él decía acerca del hombre impío.

La conducta del hombre impío era muy diferente a la del justo. El salmista aconseja no impacientarse a causa de los hombres malvados ni tener envidia de ellos, ya que pronto serían cortados porque sus frutos no son buenos.

La gran diferencia entre el hombre justo y los impíos es que el justo tiene misericordia, es honesto y da con generosidad, mientras que el impío toma prestado y no paga debido a su mala conducta.

Tú, que eres siervo fiel delante del Señor, que practicas la justicia, amas y tienes misericordia, eres un verdadero hijo de Dios. Pero veremos a aquellos que practican el mal, que toman prestado y no pagan; estos serán cortados y castigados por Dios.

Hermanos, no perdamos la paciencia ni tengamos envidia, como nos dice el salmista. En cambio, miremos al Señor, practiquemos las buenas obras y sigamos adelante.

El salmo 37 no solo nos muestra un contraste moral, sino también una promesa espiritual: la justicia divina siempre prevalece. Dios no ignora las acciones de los hombres, ni las buenas ni las malas. Cada obra tiene su recompensa, y cada pecado su consecuencia. Es por eso que el justo, aun en medio de la dificultad, puede tener paz, porque confía en que el Señor es quien defiende su causa.

Por el contrario, el impío vive una vida de aparente prosperidad, pero su fin es incierto y su camino conduce a la destrucción. Aunque parezca tener éxito temporal, carece de la bendición de Dios. Su riqueza y poder se desvanecen como el humo, mientras que el justo permanece firme porque su esperanza está cimentada en la roca eterna.

El mensaje central de este salmo es una exhortación a la paciencia y a la confianza en Dios. A veces parece que los malos prosperan y que los justos sufren, pero el Señor conoce el corazón y mide las intenciones. Él recompensará al que camina rectamente y castigará al que vive en maldad. Por eso, no debemos dejar que la envidia o la frustración dominen nuestros pensamientos, sino más bien descansar en el plan perfecto del Creador.

Cuando seguimos los pasos del justo, aprendemos a compartir, a dar con generosidad, y a vivir con compasión. Estas actitudes no solo agradan a Dios, sino que también traen bendición a nuestras vidas. El corazón generoso nunca carece, porque quien siembra misericordia cosecha abundancia. En cambio, el corazón duro y egoísta cosecha soledad, ruina y desesperanza.

Por último, este pasaje nos invita a reflexionar sobre nuestro propio caminar. ¿Somos de los que toman prestado y no devuelven, o de los que dan sin esperar nada a cambio? El salmo 37:21 nos recuerda que el justo refleja el carácter de Dios, quien da a todos abundantemente y sin reproche. Vivamos entonces con integridad, confiando en que el Señor ve cada acto de bondad, y que su justicia, aunque parezca tardar, llega siempre a tiempo.

Que este mensaje sea una motivación para permanecer firmes en la fe, obrando con amor y misericordia, y esperando pacientemente en Dios, quien premia la fidelidad de sus hijos. Así evitaremos caer en la trampa del mal y caminaremos seguros bajo la luz de Su justicia.

Aleluya
Mejor es tu misericordia que la vida