La justicia de Dios siempre estará para los justos, para aquellos que creen y confían fielmente en que Dios es quien los sostendrá.
El Señor ha prometido proteger a los que le temen, a los que caminan con integridad y obedecen sus mandamientos. Estos hombres y mujeres no son perfectos, pero se esfuerzan por hacer lo correcto delante de los ojos de Dios. Aunque pasen por pruebas o sufran injusticias, su fe los mantiene en pie, sabiendo que la justicia divina se manifestará en el momento oportuno.
Mientras que la casa de los justos permanecerá firme, los impíos serán trastornados por Dios porque sus pensamientos van de continuo al mal. No tienen raíz en la justicia y serán derrocados. La vida del impío puede parecer estable por un tiempo, pero todo lo que construye fuera de la voluntad de Dios carece de fundamento. Su orgullo, su avaricia y su egoísmo lo llevan a su propia destrucción.
El hogar de un justo refleja amor, paz y obediencia a Dios. Allí se enseñan valores eternos, se ora y se busca la presencia del Señor. Cuando llegan las tormentas de la vida, esa casa permanece en pie, porque su base es la verdad. En cambio, la casa del impío se derrumba con facilidad, pues fue levantada sobre la arena del pecado y la desobediencia.
Y todo el que sigue el camino del bien bajo la sabiduría no sufrirá las consecuencias que padecerán los impíos. El justo puede tropezar, pero se levanta una y otra vez porque el Señor lo sostiene de su mano. Los impíos, en cambio, caen sin esperanza, porque apartaron su corazón del Dios que da vida. El sabio Salomón, al escribir estas palabras, quiso mostrar la diferencia entre construir una vida en obediencia o en rebelión.
Dios siempre ha tenido cuidado de su pueblo, y aquellos que confían en Él ven cómo sus generaciones son bendecidas. El Señor guarda la casa del justo, la defiende y la hace prosperar conforme a su voluntad. No hay seguridad más grande que habitar bajo su cobertura. Por eso, cada persona debe preguntarse: ¿en quién estoy edificando mi casa, en Dios o en mis propias fuerzas?
¿No quieres ser uno de aquellos sobre los cuales caerá el juicio de Dios? Entonces, sigue con sabiduría en el camino del Señor, porque los justos y su casa permanecerán firmes y no los alcanzará el juicio que caerá sobre los impíos. Camina con fe, honra al Señor en todo lo que hagas y confía en que, aunque los impíos prosperen por un tiempo, la justicia divina siempre triunfará. Al final, solo los que permanecen en Dios verán cumplida su promesa y disfrutarán de una eternidad segura bajo Su presencia.