La oración matutina es uno de los momentos más importantes del día para todo creyente. Es en ese instante donde el corazón se dispone a confiar plenamente en Dios, a buscar Su rostro y a reconocer que sin Su ayuda no podemos enfrentar las dificultades diarias. Este tipo de oración no solo refleja dependencia, sino también esperanza, y es lo que encontramos en el corazón del salmista David cuando clama a Dios en medio de una situación difícil.
Esta es una oración matutina de confianza en Dios. El salmista David busca protección de Dios cuando se encontraba huyendo de Absalón, su hijo. En este salmo podemos ver a David diciéndole a Dios que cada día sus adversarios se aumentan.
Aquel que mantenía la frente en alto del salmista David era el Señor, el que era su escudo y lo guardaba cuando era perseguido por sus adversarios. Pero es importante ver que este hombre no se rendía, sino que ponía toda su confianza en el Señor para que lo ayudara.
Es bueno tener en cuenta que, aunque nuestros adversarios se aumenten, debemos recordar la oración del salmista. Esta es la mejor forma de enfrentar a nuestros enemigos; no debemos temer porque el Señor es nuestro escudo.
Cuando depositamos nuestra confianza en Dios, Él nos da la fortaleza para resistir los ataques del enemigo. Quizá hoy no estemos huyendo físicamente como David, pero sí enfrentamos batallas en la mente, en el alma o en nuestras relaciones. Sin embargo, al igual que el salmista, podemos levantar nuestra voz y decir con fe que Dios es nuestro refugio y nuestra gloria. El Señor no solo protege nuestro cuerpo, sino que también levanta nuestra cabeza cuando hemos sido humillados o abatidos por la vida.
Como hijos de Dios también podemos decir: «Señor, eres escudo alrededor de mí y de mi familia, en ti confío aunque mis enemigos se aumenten y aun me estén persiguiendo». Dios es y será tu socorro.
La confianza en Dios nos libra del desánimo y nos impulsa a avanzar con fe. Cada mañana es una nueva oportunidad para recordar que no estamos solos. Él cuida de nosotros cuando dormimos, nos guarda cuando despertamos y permanece a nuestro lado durante el día. Esa es la razón por la cual debemos empezar cada jornada con oración, colocando nuestro corazón bajo Su amparo.
Hermanos, no olvidemos que Dios es quien levanta nuestra cabeza. Es por eso que debemos depositar nuestra confianza en Él. Él es nuestro escudo y ese escudo nos rodea día tras día.
Si hoy te sientes abatido o sin fuerzas, recuerda las palabras de David. No importa cuán grandes sean tus enemigos ni cuán difíciles sean tus circunstancias, el Señor sigue siendo tu escudo. Él te levanta, te sostiene y te da la victoria. Que cada mañana tu oración sea una expresión de fe y gratitud, sabiendo que el mismo Dios que protegió a David es el mismo que te guarda hoy.