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Rey grande sobre toda la tierra

Porque Jehová el Altísimo es temible; Rey grande sobre toda la tierra.

El versículo que veremos en este artículo es un salmo de los hijos de Coré que habla de la grandeza de Dios, de lo poderoso y temible que es, y también insta a todo el pueblo a alabar a Dios batiendo las manos y reconociendo la misericordia y el amor que viene de Él.

El Salmo 47 es un cántico de alabanza que muestra la soberanía de Dios sobre toda la tierra. Los hijos de Coré, quienes lo escribieron, fueron un grupo de levitas dedicados al servicio musical en el templo, y sus composiciones reflejan la profunda adoración y reverencia que sentían por el Señor. En este salmo podemos ver una invitación universal: no solo el pueblo de Israel, sino todas las naciones son llamadas a reconocer al Dios verdadero como el único Rey digno de honra.

Dios es Rey grande así como dice este salmo, Él es el Altísimo y está por encima de todos los demás «dioses» que son simplemente esculturas hechas por manos de hombres. Esta afirmación no solo revela la supremacía del Señor, sino también la necedad de quienes depositan su fe en ídolos sin vida. El salmista exalta la majestad divina, mostrando que el dominio del Altísimo no tiene límites y que Su poder se extiende a todos los rincones del mundo.

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En los tiempos bíblicos, los pueblos acostumbraban a aplaudir y gritar de júbilo cuando un rey salía victorioso. De la misma manera, este salmo nos llama a aplaudir y aclamAR al Señor con gozo porque Él ha vencido sobre todos los enemigos y Su reino permanece firme para siempre. No hay fuerza ni autoridad que pueda compararse con la del Dios eterno.

Es por eso que en el versículo siguiente habla de que todos los pueblos de la tierra deben alabar al Señor porque Su reino es sobre todos y Su poder es para siempre. En otras palabras, el salmista nos recuerda que la soberanía de Dios no se limita a una nación, sino que abarca toda la humanidad. Cada nación, tribu y lengua está invitada a rendirle gloria, pues de Él proviene toda justicia, toda bondad y toda misericordia.

Porque Jehová el Altísimo es temible;
Rey grande sobre toda la tierra.

Salmos 47:2

El pueblo de Israel debía ser grato delante del Señor, ya que el Señor siempre estaba presente para salvarle, es por eso que ellos con gran júbilo y alegría debían aclamar a voz en cuello que el Señor es Rey de reyes y Señor de señores. Cada victoria, cada milagro y cada acto de justicia era una muestra más de Su fidelidad, por eso la alabanza debía brotar del corazón del pueblo con alegría sincera.

Hoy en día, este llamado sigue siendo vigente. Cada creyente está invitado a exaltar a Dios con gozo, no solo con palabras, sino también con acciones que reflejen Su amor. Cuando reconocemos que Él gobierna sobre todo, nuestra fe se fortalece y nuestra esperanza se renueva. La alabanza no debe ser un acto ocasional, sino una expresión constante de gratitud hacia el Creador.

Es por eso que todo pueblo y nación de la tierra debe obedecer al Rey grande y poderoso Dios. Cantad alabanzas, batid las manos y dad loor porque Su misericordia es para siempre. Cada día, en medio de nuestras luchas y victorias, debemos recordar que Su trono permanece inamovible y Su justicia gobierna con verdad.

Alabemos al Señor, que nuestras alabanzas sean dirigidas hacia Él, canten con gozo y exalten Su nombre sobre las alturas. Vamos pueblo, aclama y reconoce la gloria que hay en nuestro Dios, porque Su poder rodea y Él cuida todos Sus hijos. Que nuestras vidas sean una ofrenda de alabanza continua, reconociendo que el Altísimo reina, y que en Su reino hay amor, justicia y salvación eterna.

Así como los hijos de Coré levantaron su voz para declarar la soberanía divina, también nosotros debemos proclamarla con firmeza. Dios es digno de toda adoración porque ha hecho grandes cosas, y Su nombre será exaltado por generaciones. Que este salmo nos inspire a vivir con gratitud, obediencia y reverencia al Rey que reina sobre toda la tierra. ¡A Él sea la gloria por los siglos de los siglos!

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