Esta es una oración del salmista David, dirigida a Dios con confianza para que lo guarde en todo momento. Para este hombre, el cuidado de Dios hacia él era muy importante porque solo en el Señor podía vivir confiado.
En este capítulo, podemos ver las palabras que pronunciaba este salmista a Dios, dejando claro que solo en el Señor podía acostarse y dormir tranquilo, porque el poder y la misericordia le permitían vivir confiado.
¿Podemos también poner estas palabras en nuestros corazones, como lo hacía el salmista? Como hijos de Dios, también podemos pedir en oración al Señor que nuestra confianza esté en Él.
En paz me acostaré, y asimismo dormiré;
Porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado.Salmos 4:8
Este versículo del libro de los Salmos nos enseña que podemos confiar en Dios, ya que solo Él nos cuida al acostarnos y al despertarnos. En Él podemos despertar seguros.
Querido amigo, si aún estás fuera del Señor y sin esperanza, actúa como el salmista David y ora al Señor para que entre en tu corazón, guíe tus pasos, te guarde y te cuide al acostarte y al despertarte. Tenemos que tener claro que en Él podemos levantarnos seguros. Dios te bendiga.
El salmo 4 fue escrito en medio de un momento de gran tensión. David enfrentaba enemigos, traiciones y circunstancias que fácilmente podían robarle la paz, pero aun así decidió poner su mente y su corazón en las manos de Dios. Este acto de fe demuestra que la verdadera seguridad no proviene de las circunstancias externas, sino del refugio que encontramos en el Señor. Cuando el salmista decía: “En paz me acostaré”, estaba proclamando su confianza absoluta en el poder de Dios para sostenerlo incluso en la oscuridad.
Muchos hoy buscan la paz en cosas temporales: dinero, posesiones, fama o reconocimiento. Sin embargo, David nos enseña que la paz genuina viene solo del Señor. Esa paz no depende de lo que sucede a nuestro alrededor, sino de lo que el Espíritu Santo produce dentro de nosotros cuando confiamos plenamente en el Creador. Es una paz que sobrepasa todo entendimiento, que calma el corazón en medio de la tormenta y nos permite descansar aun cuando el mundo parece derrumbarse.
Dormir en paz es un privilegio que muchos han perdido en los tiempos actuales. Las preocupaciones, el estrés y la incertidumbre roban el descanso de muchas personas. Sin embargo, el salmista nos recuerda que cuando el alma está en las manos de Dios, el cuerpo también puede reposar. No hay mejor seguridad que saber que el Señor vela por nosotros mientras dormimos. Cada noche podemos cerrar los ojos sabiendo que Dios sigue obrando, cuidando de nuestras familias y guiando nuestros caminos.
Así como David se refugió en Dios, nosotros también podemos hacerlo. No importa cuán difíciles sean las circunstancias, el Señor sigue siendo el mismo: fiel, protector y lleno de amor. Cuando elevamos una oración antes de dormir y entregamos nuestras cargas al Señor, Él nos concede descanso. Esa práctica diaria no solo fortalece nuestra fe, sino que nos ayuda a despertar cada mañana con un corazón renovado y lleno de esperanza.
Por eso, si atraviesas una etapa de temor, ansiedad o soledad, recuerda las palabras de este salmo. Repite junto a David: “En paz me acostaré y asimismo dormiré”. Que estas palabras se conviertan en tu oración diaria, en un recordatorio de que el Señor sigue al control de todo. Ningún peligro es más grande que Su poder, ninguna preocupación es más fuerte que Su promesa, y ningún enemigo puede apartarte de Su protección.
En conclusión, este pasaje de los Salmos nos enseña que el descanso verdadero proviene de una vida entregada al Señor. La paz que Dios ofrece no es temporal ni pasajera; es eterna y perfecta. Hoy puedes decidir confiar como lo hizo David y decir con fe: “Solo tú, Jehová, me haces vivir confiado”. En ese refugio seguro, la noche se convierte en un canto de fe y la mañana en una oportunidad para agradecer por Su cuidado constante. Que el Señor te conceda esa misma paz que sostuvo al salmista David en los días de angustia. Amén.

