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Bueno es Dios para con los limpios de corazón

Ciertamente es bueno Dios para con Israel, Para con los limpios de corazón.

El Salmo 73 es una de las reflexiones más profundas sobre el contraste entre la aparente prosperidad de los impíos y la verdadera bendición de los justos. En este salmo, el autor Asaf nos muestra una lucha interna muy humana: la tentación de mirar con envidia la vida de aquellos que parecen tener éxito sin seguir los caminos de Dios. Sin embargo, este pensamiento se disipa cuando comprendemos la bondad del Señor y el destino final de los que caminan en la maldad.

En nada nuestro corazón debe envanecerse, porque cuando comenzamos a envidiar la prosperidad del impío, nuestro corazón también fallará delante de Dios. Si no te apartas a tiempo de ese camino, entonces, así como el impío cae al abismo, tú también caerás.

El destino del hombre malo es porque este ser siempre se engrandece y humilla, y sus pensamientos van continuamente al mal. En cambio, aquellos de corazón limpio serán bendecidos y estarán bien delante del Señor, y sus pies no resbalarán.

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Este salmo es de Asaf, un autor que presenta el juicio que puede venir al hombre impío y a aquellos que siguen sus pasos.

Ciertamente es bueno Dios para con Israel,
Para con los limpios de corazón.

Salmos 73:1

En este escrito, Asaf hace una declaración acerca de lo bueno que es Dios y de Su gran bondad con el pueblo de Israel y con aquellos de corazón limpio. El Señor muestra activamente Su bondad por Su pueblo.

Como siervos del Señor, siempre debemos tener en cuenta que nuestro Dios ama a las personas de corazón limpio y bendice a aquellos que guardan Su palabra en sus corazones. Pero todos aquellos impíos que prosperan y hacen daño, pronto enfrentarán juicio y serán consumidos.

Aparta tus ojos de las riquezas de los impíos, aparta tu corazón de las grandes prosperidades de aquellos que se envanecen porque porque el camino de estos no durará mucho, porque ciertamente Dios es bueno para con nosotros.

Asaf comprendió que la prosperidad del impío es momentánea. Aunque parezca que todo les sale bien, su final será de destrucción. En cambio, los que confían en Dios experimentarán una paz verdadera, una prosperidad que no depende de las riquezas, sino de la comunión con el Creador. El hombre justo puede dormir en paz, porque su confianza no está en el oro ni en la fama, sino en el Dios que lo sostiene con Su mano poderosa.

Es fácil caer en la comparación cuando vemos cómo los malvados prosperan. Sin embargo, debemos recordar que la vida del creyente está guiada por propósitos eternos. Lo que vemos ahora es solo una parte del plan divino; el Señor tiene preparado para sus hijos un galardón mucho mayor que cualquier riqueza terrenal. Por eso, el salmista termina reconociendo que su mayor tesoro no son los bienes materiales, sino la presencia misma de Dios en su vida.

Cada creyente debe aprender a mirar la vida con los ojos de la fe. Aunque haya momentos en los que parezca que el mal triunfa, debemos mantenernos firmes en la confianza de que Dios gobierna sobre todas las cosas. Su justicia no falla, y Su bondad siempre alcanza a los que caminan en integridad.

Querido lector, si alguna vez sientes envidia del que prospera sin temor de Dios, recuerda que su final no será como el tuyo. El justo puede pasar por pruebas, pero su recompensa será eterna. No permitas que tu corazón se aparte del camino del Señor. Él es tu porción y tu herencia para siempre. La verdadera riqueza consiste en conocer a Dios, vivir conforme a Su palabra y permanecer fiel hasta el final.

Que podamos decir con Asaf: “Ciertamente me has guiado según tu consejo, y después me recibirás en gloria”. Esa es la mayor promesa para todo aquel que decide tener un corazón limpio delante de Dios y no dejarse llevar por la envidia de este mundo pasajero.

Tú destruirás a todo aquel que de ti se aparta
Los impíos perecerán
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